miércoles, 16 de diciembre de 2009
NAVIDAD!
Si debemos decir si estamos en navidad, y nos fijamos en la decoración de casas y calles, diríamos que sí lo estamos. Si nos fijamos en los comerciales de televisión, en los periódicos, en los comerciales de radio, en las promociones, en los papás Noeles de los centros comerciales, también diríamos que estamos en navidad. Sin embargo, navidad es natividad, y esto es el nacimiento de Jesús; es su cumpleaños. Y esta fecha es el 24 de Diciembre, no antes ni después, aunque el comercio lo haya hecho ver así.
Por lo tanto la navidad pertenece a la religión católica que cree y venera a Jesús como hijo de Dios. En esta época, desde hace 3 semanas estamos en adviento, que es el advenimiento; es decir, la venida de Jesús. Es el tiempo anterior a su nacimiento, el tiempo de la preparación para su llegada, el tiempo que anuncia su llegada, más no es su nacimiento.
El adviento y la navidad, al ser tiempos que se celebran en la iglesia católica, deberían ser entendidos y vividos como tal. Como ese tiempo de cambio, de cambio personal.
Desde que tengo memoria me acuerdo que esta es la época para cambiar, para mejorar. Si esto fuera así, y pudiéramos hacerlo así de fácil, en este punto de nuestras vidas, ya seríamos bastante buenos y habríamos superado muchos de nuestros defectos como humanos. Pero, claramente no es así. Necesitamos mucho más tiempo para hacerlo y, a veces, nunca lo logramos. Con base en esto, supongo que la virtud católica está en intentar el cambio con todas nuestras fuerzas, desde el fondo de nuestro ser, y hacer lo mejor que podamos.
Queda la gran pregunta, la del millón. Por qué no logramos dicho cambio, a pesar, de ser católicos, a pesar de ir a misa y salir con intenciones de cambio, a pesar de querer cambiarlo y querer lograrlo, a pesar de entender la navidad como el tiempo católico de cambio que es, a pesar de leer la biblia, a pesar de leer este blog (jeje)?
Me imagino que es parte de la naturaleza humana, luchar (struggle) contra sus defectos, e intentar mejorar, intentar superarlos. Pero volvemos a caer. Nuevamente comentemos los mismos errores una y otra vez; o agregamos nuevos defectos a la lista, o a cambio de algunos que logramos superar.
Hay mucha gente que cree en el infierno como el sitio oscuro y con llamas; y en el demonio como ese man malo, con cachos y tridente (o eran chiclets trident?); sin embargo, según la misma iglesia lo ha dicho, el infierno son muchas de las cosas que vivimos durante nuestras vidas, debido a nuestras decisiones y el demonio son las tentaciones que se presentan día a día desde el fondo de nuestro cerebro; o que se nos presentan por otros o por las circunstancias en la vida diaria. Así mismo, está el cielo, como ese lugar sobre las nubes; pero también como ese modo de vida “bueno”, y la felicidad que logramos también como consecuencia de nuestras decisiones.
Desde tiempos inmemoriales celebramos la navidad dándole regalos a todo el mundo, menos al cumpleañero, y es que es un poco complicado hacerlo, ya que murió hace 2009 años; pero teniendo en cuenta el propósito de la celebración de esta fecha desde la religión católica; ese regalo debe dársele desde nuestro cambio positivo. Cambio que en la mayoría de los casos afectará positivamente a alguien más, dependiendo de qué cambiemos y cómo lo hagamos. En concreto, debería ser un regalo en el que le damos a Jesús nuestro cambio positivo.
La realidad es que esto poco pasa. Seguramente pasa en personas pertenecientes a comunidades religiosas, y pasará en muchos laicos católicos practicantes que a la par de las celebraciones humanas y terrenales, propenden por un cambio personal que redunde en un beneficio para alguna pequeña porción de la humanidad. Pero lo que se ve en el resto de la gente no es así. Seguimos viendo, los carros lujosos pasar por el lado de personas sin recursos para comer y vestir bien. Vemos gente pobre, pidiendo comida o ropa, y la gente huyendo ante la inminente posibilidad de ser atracados. Vemos a gente, incluso cercana, mantener odios familiares, odios a ex amigos, odios a compañeros de trabajo, odios a los mismos padres y hermanos; vemos gente borracha causar accidentes, vemos gente abandonada y sola. En resumidas cuentas, nada diferente a cualquier otro día, a cualquier otro fin de semana, a cualquier otro día festivo. Entonces para qué la navidad? Para descansar del trabajo? Para pasear? Para gastar más? Para ver lucecitas? Para comprar más? Para regalar?
Y hablando de regalos. Qué regalos damos? El más costoso que podamos pagar? Acaso este tipo de regalos mejorarán en algo la vida de quienes los reciben? Vemos en esta época una buena cantidad de papás comprando juguetes o artículos de alto costo, para “subsanar” lo que no han hecho por sus hijos tras dejarlos como consecuencia de haberse separado de la mujer que alguna amó; y de la cuál no lo separó la muerte sino otra mujer. Hay regalos de regalos. Creo que es posible dar regalos que no sólo hacen feliz a alguien por el momento, sino que además, pueden enriquecer su vida de diferentes maneras. Tal vez le aporten como persona, tal vez le sean útiles para su trabajo, tal vez lo hagan crecer profesionalmente, tal vez aporten a su seguridad personal, tal vez aporten a su crecimiento espiritual, tal vez mejoren su vida en familia, o su vida personal o afectiva.
En estas épocas es cuando más se regalan equipos electrónicos de diversión, como los Wii y todos los de su combo; al igual que gran cantidad de objetos que, a veces, antes de terminar el año ya están abandonados y sólo sirven para engrosar el arrume de objetos olvidados del cuarto de los chécheres (alias de san alejo). También caemos fácilmente en la tentación fácil de regalar lo primero que se nos cruza; pero no tenemos en cuenta a la persona a quien se le va a regalar; pareciera como un “shower” de algún compañero de trabajo desconocido, al que se le regala una bandeja de plata para su casa nueva; bandeja que poco o nada saldrá de algún cajón.
No es fácil cambiar la forma de vivir a diario, por una época especial. No es fácil cambiar la forma de vida de tantos años de un momento a otro; pero, tal vez, podamos comenzar, y encontremos un punto intermedio que nos permita disfrutar de las celebraciones en familia y con los amigos (por qué no con los enemigos o desconocidos?) y además realizar nuestro proceso de reflexión y cambio personal. Dado que utilizamos el cumpleaños de Jesús para emparrandarnos y pasear y salir de nuestro trabajo por un tiempo, sin darle ni un solo regalo al cumpleañero, al menos deberíamos aprovechar esta época para su real fin.
Ahora que me acuerdo, Él mismo fue quien dijo: "Todo lo que no hicieron por el más pequeño de sus hermanos, tampoco lo hicieron por mí". De manera que tenemos, al menos, esta época para hacer eso que no hemos hecho: verlos hambrientos y darles de comer, verlos sedientos y darles de beber, y verlos enfermos y asistirlos; pero no sólo físicamente, sino también espiritualmente. Como bien sabemos estas enseñanzas no son para seguirlas al pie de la letra siempre, ya que no podríamos alimentar, ni vestir a todos los que no tienen recursos para suplir estas necesidades; pero podemos hacerlo con algunos de ellos. Y si el hambre es de compañía? O de afecto? O de amistad? O la sed es de perdón? O de reconciliación? Y la enfermedad es la soledad? O la desesperanza? Es igual. Tenemos alimento que se daña en las neveras y despensas, tenemos agua que aún fluye por los grifos de nuestras casas, tenemos salud para atender a otros; y también podemos dar compañía, afecto, perdón, amistad, guía, etc.
Son demasiadas las cosas que hay para pensar sobre esta época y la forma de abordarla. Es un tema de nunca acabar, del que se puede escribir y decir mucho. Desde su significado, cómo lo entendemos, qué hacemos, como abordamos el cuento de los regalos, el comercio, la rumba, etc. Creo que la idea no es dejar toda esa parte humana de lado, rechazarla e irnos de ermitaños a pasar esta época reflexionado (aunque sería una excelente idea), pero sí podríamos abordarlo de una manera diferente.
En los años anteriores yo no había oído cas nada sobre las personas “Grinch” a las que no les Usta la navidad, pero este año, ya me encontré un programa de radio que le preguntaba a sus oyentes sobre esto, y la mayoría de la gente que llamaba y sacaban al aire decían que no les gustaba o incluso odiaban la navidad; pero seguramente estarán dentro de poco tomando, rumbeando, regalando como los demás. También encontré varios grupos en facebook (raro!) de los que odian la navidad. El tema y la descripción de dichos grupos no es el odio a la navidad, es el odio a la navidad de la manera en la que la abordamos, hacia un arbolito que daña la naturaleza o es de mentiras y hasta feo, hacia figuritas de un pesebre que no significan nada para nosotros, al igual que el árbol, las luces, los papás Noel importados de otra cultura, los colores de una navidad de otros países, el gasto económico para quedar bien con familiares y amigos, y hasta con vecinos. Es un rechazo al consumismo y a los papás Noel apareciendo por todos los canales de T.V., por todas las calles y centros comerciales; una pregunta sobre un señor gordo, barbudo, vestido de rojo robándose el show que debería ser para Jesús (ahora no es que salgan señores vestidos de Jesús, no?).
Y, finalmente, las novenas que se “rezan” son otra reunión social más. Vamos a las casas de nuestros familiares y amigos, a oír villancicos (¿??), a repetir unas oraciones como loros, que ni fu ni fa, y obviamente a comer buluelos, natilla, dulces, gaseosas, traguitos, etc, etc, etc; para en Enero tener que ir al gimnasio a bajar el gordo por lo que comimos en Diciembre. Y, acaso en dichas novenas, mejoramos en algo (aparte del gordo?), acaso nos acercamos a los demás, pedimos a Dios por cosas realmente importantes?, acaso perdonamos?, acompañamos, ayudamos (no sólo a servir la natilla) a los demás?. Son meros encuentros sociales por una costumbre más, que es casi una obligación?
Feliz Navidad.
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