lunes, 15 de febrero de 2010

CICLOPASEO CLUB COYOTES LA CALERA. 14 FEB 2010. APRENDIENDO A GOLPES.


Un particular sonido de alarma sale del celular chino, el mismo que suena todas las mañanas entre semana; es de lo poco que me despierta cuando aún está oscuro el día. No me despiertan los ladridos de los perros, ni sus collares que suenan al sacudirse cerca de mi cambuche, en el cual duermo por estos días. Tampoco me despierta la gente que se mueve, habla y hace ruido.

La alarma suena, pero es domingo, es temprano, son las 5:45 a.m. Indica que es hora de levantarse, alistar todo y salir a un ciclopaseo más. Tras unos minutos de locha, estoy portando la indumentaria propia para montar bicicleta; bikers, medias cortas de $ 2000, compradas en el peaje de patios, vía La Calera; camiseta, buff, tenis, rodilleras (God bless them), gafas, guantes (also bless them) y casco (the same please).

Tras un pequeño, PERO INFALTABLE, desayuno de medio pocillo de Nesquick y un pan, las bicicletas están listas, montadas sobre el portabicicletas, y el Gatorade frío junto con ropa de cambio por si acaso.

Ya en el sitio de encuentro, en el parque principal de La Calera. Tas inscribirnos (con Diego, mi hermano), recibimos un bocadillo y un Powerade. Es altamente recomendable NO comer ni tomar nada de esto en este momento, Ya que el bocadillo es puro azúcar, y el powerade parece agua con muchos bon bon bumes disueltos; un poco dulce no más. Claro, si es bulímico, esta es una excelente fórmula para vomitar sin necesidad de meterse los dedos hasta el infinito y más allá en la garganta. Sin embargo, hace falta, el ingrediente principal; iniciar el ciclopaseo en ascenso prolongado con una pendiente de gran inclinación. Y listo.

Así, que es necesario madrugar lo suficiente para tomar un ligero desayuno, que no debe faltar; de manera que para el inicio de la actividad física ya haya comenzado su digestión hace un tiempo y no esté disponible en el estómago; el cual, ante la falta de sangre y oxígeno, que se van a los músculos, decida deshacerse de lo que no podrá digerir.

Luego del ascenso, una justa parada para reunir al grupo, lo que me parece excelente en este tipo de salidas, en vez de dejar que el grupo se disperse y haya una gran diferencia entre la punta y la cola. Algo de hidratación, para bajar la tierra acumulada en la boca, debido a la tierra seca del terreno, y listos para continuar, liderados por una moto guía, acompañados por dos policías también en moto, seguidos por una ambulancia y una camioneta escoba con platón, lista para barrer a los rezagados, o recoger a los desfallecidos.

Aparece un descenso, que emociona a los participantes, tan solo para encontrar a los 100 m, otro ascenso. Esta es la zona de los llamados, toboganes, en donde hay bajadas seguidas por subidas sorpresa, en las que, a veces, no se alcanza a bajar de cambios tan rápido como se necesita para lograr la cuesta.

Una zona técnica, más angosta, con más baches y piedras nos lleva a encontrar el colegio Hacienda Los Alcaparros, punto de referencia importante, por si alguien se pierde…
De allí continuamos descendiendo. Un miembro del club coyotes de ciclomontañismo de La Calera indica tomar a la derecha; luego, la señalización con flechas amarillas (no muy visibles) del club indica tomar por la izquierda; y un gran descenso ME lleva a mí, y sol a mí, a una “Y”, en la que tras preguntar, me entero que no han pasado más ciclistas, y que ambas vías llevan a la carretera principal de La Calera. Una sale al un restaurante y otra a una virgen. Ahora, el perdido soy yo.

Un poco de hidratación, y confiando en haberme hidratado lo suficiente para tomar una buena decisión, decido regresar a buscar al grupo, en vez de continuar sólo, tomar la carretera y regresar al parque a esperar a los demás. Así, que media vuelta, y toda la diversión del descenso, ahora se convertía en esfuerzo para subir. Tras unos minutos, aparece una “Y”, que no recuerdo haber visto en el descenso, de manera que no recuerdo por cual vía llegué; pero confiando en mi excelente sentido de la desubicación, decido tomar a la izquierda, y esperar encontrar a quien preguntar por Los Alcaparros, para saber si voy bien bien o bien perdido.

Lo único que me encontré fue un camión que no se detuvo. Así, que no había más que seguir. Ya llegando a una hacienda en la que crían caballos Falabella (es la raza, no el almacén), primero supe que iba bien, porque yo la había visto en el descenso; y segundo, porque ví aparecer a un coyote (del club), quien había ido en busca de los 3 perdidos. De vuelta al punto en el que no desvié, me enteré que cuando no hay flecha amarilla, hay círculos pintados con spray verde sobre algo (un palo, un poste, una pared, una piedra).

Acá aprendí a no continuar sin estar totalmente seguro, o a esperar a los de la organización, y a no emocionarme en las bajadas, si voy sin el grupo. También es una buena idea, limpiarse los oídos antes, ya que según dijo el coyote que me encontró, en las instrucciones antes de la partida, habían dicho que la señalización también incluía dicho spray verde, pero yo nunca me enteré.

Ya re-ubicado tomé el segundo sector técnico, entre zanjas, baches y muchas piedras, luego de nuevo una destapada en plano. En este momento sentí que el “pocket” Nike que uso desde hace un corto tiempo para cargar el celular, los papeles y algo de plata; se había escurrido, ya que se usa en el brazo y va cogido por una correa elástica con velcro. Así que solté mi mano derecha del manubrio (el peor error), y acomodé el “pocket”. Antes de poder bajar la mano a su lugar, la llanta delantera cogió una piedra, se giró a la izquierda fuertemente; la mano izquierda no alcanzó a sostener el manubrio, y supe que la caída era inminente. Solté la otra mano, giré la cabeza, para proteger la cara, puse la mano derecha para el aterrizaje y esperé el resto del tiestazo. La cadera, fue lo siguiente que tocó tierra, un poco duro. La fricción necesaria para detener el movimiento consiguiente a la inercia, lo hizo la cadera, la rodillera derecha, las manos, el pecho, el mentón y el casco. Tras resbalar unos centímetros, frené. La buena calidad de la ropa, evitó que se rompiera, porque qué oso andar con la ropa rota. Los raspones quedaron cubiertos por la ropa, así que nadie los vio, ni yo mismo, hasta que, ya en la casa, me disponía a bañarme.

Tras el aterrizaje, no habiendo más que hacer, me levanté, como siempre, haciéndome el que nada había pasado y arriba de nuevo, y a pedalear; ya que, mientras hacía una ruta extra (por perdido) todo el grupo había pasado ya, yo iba de último; sin embargo, ya había alcanzado a los coleros y ya había pasado a algunos. Pronto alcancé a resto del grupo, que estaban detenidos esperando a que éste se re-agrupara una vez más. Esta vez esperaban a los rezagados y a los perdidos (¡!!).

De aquí en adelante, fue coronar “la última” subida. Lo que pasaba era que todas las subidas se llamaban “la última”, porque tras coronar una, volvíamos a oír lo mismo, y una más, y otra más, y otra más; hasta que, en serio, pasamos la última y tomamos un descenso pronunciado, con tierra y piedras sueltas; que hicieron que la llanta delantera de mi bici, se pinchara, y llegara al próximo plano un poco inestable, y con la llanta totalmente desinflada.

Bici de cabeza, llanta fuera, neumático fuera, reciba parche, lija y pegante prestados, ya que no había llevado nada de mi kit de despiche. Lije, pegue, ponga, infle, monte y, de nuevo desinflada. Vuelva y desmonte, saque; esta vez reciba un neumático prestado, porque tampoco llevé el que suelo cargar en las carreras de aventura. Ponga, infle, monte y vámonos con la llanta girando en el sentido contrario al correcto, ya que así se montó por el afán (bueno, nada grave). Finalmente, tras un pronunciado descenso, llegamos de vuelta al pueblo, al parque, a montar las bicicletas, tomar el refrigerio de arepa caleruna (de esas que venden el los puestos de comida sobre la carretera y jugo de caja (es una fruta típica de la región). Pose para las fotos oficiales del evento, que serán colgadas en la página del club; y media vuelta hacía Bogotá, a manejar con la pierna y el pulgar derecho adoloridos, por haber soltado una mano del manubrio mientras la bicicleta estaba en movimiento.

Los aprendizajes de esta última parte: 1. No usar el “pocket” que es para trotar, para montar bicicleta; es mejor, seguir llevando las cosas en la cangura. 2. Así se bajara el “pocket” hasta los tobillos, no soltar el manubrio, mientras la bicicleta esté en movimiento en terreno destapado; era mejor haber parado. 3. A pesar, de que hace mucho tiempo, uno no se pinche, no se le dañe la cadena, no se le desajuste nada, nunca se debe dejar el kit de despinche ni la herramienta, ni el neumático de repuesto.

Ahora, será ir a entrenar con los coyotes un domingo de estos, o al próximo ciclopaseo, para poder devolverle el neumático a su dueño.

Ya de regreso en Bogotá, un baño con agua “caliente”, pero no mucho, porque las raspaduras arden un poco, un buen almuerzo y a practicar con el ábaco japonés, que es menos riesgoso que montar bicicleta.

Me alegra, nunca salir a montar bicicleta sin mis rodilleras, guantes y casco. Las marcas que quedaron en las rodilleras podrían estar en mi piel. Sin guantes las manos habrían quedado raspadas, y que mamera tener las manos raspadas; debe ser incómodo para hacer cualquier cosa. Y del casco, ni hablar; una cosa es caerse y estar protegido, poder levantarse y seguir y otra, darse un buen totazo, y quedar entre bobo y tonto.

Hasta el próximo ciclopaseo, pero sin caídas, sin “pocket” en el brazo, con kit de despiche y neumático.

martes, 9 de febrero de 2010

Cómo Educar Correctamente A Su Perro Y No Creer En Todo Lo Que Muestra La Televisión


Lo primero que debemos recordar es que para que alguien, así sea un perro, nos obedezca, debe existir una relación que tenga un vínculo afectivo. Sin dicho lazo es difícil lograr que alguien siga nuestras instrucciones.

Lo anterior se aplica a la relación padre-hijo, hermano-hermano, jefe-empleado, y también a la relación amo-perro. No es la relación jerárquica de liderazgo, o autoridad o abuso de autoridad la que hace que los demás obedezcamos a quienes, por diferentes circunstancia de la vida, nos dan ordenes, aunque a veces parezcan ser favores que nos piden. Es ese lazo afectivo, junto a una capacidad de liderazgo; expresada en la habilidad de tomar decisiones correctas, pensando en el beneficio del perro, de ambos, de la empresa, de la familia, etc.

Con base en lo anterior, podemos tener claro que lo primero que debemos hacer al comenzar una relación con nuestro nuevo perro es establecer dicho vínculo. Establecer el vínculo afectivo es realmente fácil, pero se debe tener cuidado de no cometer errores que después nos lleven a “problemas de comportamiento” en el perro – o en el dueño -. Es decir, darle afecto a un cachorro es fácil, dada la ternura que produce su pequeño tamaño corporal, su grande cara y ojos saltones; rasgos que generan ese sentimiento de ternura y afecto. Esto también ocurre con los bebés de todas las especies y con los muñecos de peluche.

Darle afecto incluye expresiones como caricias, abrazos, alzarlo en brazos, darle bocados de comida, hablarle tiernamente con esa voz que ponemos para hablarle a los bebés. Con estas expresiones podemos malcriar a nuestra mascota sin saberlo. No hay problema en brindarle caricias, pero debe ser cuando nosotros lo decidamos y no ante la petición del canino amigo, que puede solicitarlas con manoteos, gimoteos, ladridos, saltos, trompazos, etc.; si cedemos ante su petición estaremos criando un perro acostumbrado a obtener lo que quiere a como dé lugar. Finalmente será un perro caprichoso, que nos generará algunos dolores de cabeza.

Si además, él logra que le juguemos, que lo saquemos a pasear, que le demos comida (sea de perro o de humano), que lo dejemos subirse a los muebles (las camas también son muebles), que nos arrastre (sin patines) al parque, entre otras muchas cosas, está aprendiendo que él manda y que él hizo bien la tarea, ya que logró crear un buen vínculo afectivo utilizando sus poderes de generador de ternura y además logró establecer una autoridad, ya que todos los humanos con los que convive le obedecen. Y esto no está mal para ningún perro; igual habría pasado en estado natural, libres, dentro de su manada perruna; el problema es para los humanos que un día no lo soportarán más, y que terminará por alterar su estilo de vida.

Así que lo que debemos hacer es, darle afecto, pero expresado en caricias, alimento y juego cuando nosotros lo decidamos y no ante la solicitud del perro.

Otro aspecto, es lo que el perro va entendiendo a medida que convive con su familia humana. Si dejemos que se suba a los muebles, él entenderá que ese es su puesto de vigilancia de la manada; lo que le dirá que él es el líder. En estado salvaje, la posición elevada es adoptada por los alfa para cuidar de los suyos y divisar el almuerzo.

Si le damos de comer antes que nosotros, será la consecuencia apenas lógica de lo anterior. El divisó el almuerzo, se organizó la cacería y el resultado es que sus súbditos atraparon la presa (así sea el concentrado) y él como líder es quien merece comer de primero; mientras los demás esperan las sobras.

Si al cruzar las puertas, él perro va adelante, tendrá claro que como líder debe ir delante de la manada, decidiendo por donde ir y abriendo el camino. Si, además, él va liderando la marcha hasta llegar a donde él quiere; el parque, tendrá aún más claro que cumplió a cabalidad su papel de guiar la manada al sitio de esparcimiento.

De manera, que lo que debemos hacer, es lograr que el perro obtenga todo lo que necesita para su bienestar, pero tras nuestra decisión y tras obedecer algo o mostrar el comportamiento deseado. Así, para salir, debe permanecer calmado, mientras le ponemos el collar o le damos la orden de cruzar la puerta.

Si a diario hacemos esto, y lo aplicamos a cada situación que vivamos con nuestra mascota, construiremos esa relación jerárquica sin problema; pero si intentamos imponer nuestro liderazgo por la fuerza, sólo lograremos perros nerviosos o que algún día se nos rebele. No es una buena idea ponerlo patas arriba y sostenerlo en esta posición con nuestra mano, dizque para imitar la actitud de los líderes. Primero, los líderes NO SIEMPRE hacen esto; sólo en algunas situaciones específicas, segundo, esto sólo logrará que el perro aprenda que ante algunas de sus actitudes, nosotros nos volvemos locos y hacemos locuras. Tercero, nos arriesgamos a que algún día, el perro más grande y fuerte se rebele y nos ganemos un mordisco.

Lo mismo se aplica a las imitaciones de mordiscos con nuestra mano, en forma de boca canina, que se lanza cual serpiente a dar un pequeño mordisco a nuestro perro ante algo que está mal hecho (para nosotros, claro).

Y si de sacar a dar largos y agotadores paseos a nuestros perros se trata, lo mejor es caminar. Trotar también funciona, pero debemos tener en cuenta el perro que tenemos; su tamaño, contextura, raza, conformación, que tan bien respira (ver perros feos pero tiernos); y sobre todo, debemos hacer un entrenamiento paulatino, al igual que si nosotros fuéramos a correr la media maratón. Esto mismo aplica para sacarlo a montar en bicicleta (jaja), bueno, a correr al lado mientras nosotros montamos en bicicleta, y lo mismo para patinar.

Si no hacemos un entrenamiento lento, progresando poco a poco, corremos el riesgo de lesionar al perro, lesionarnos nosotros, por el exceso de esfuerzo físico sin preparación, y corremos el riesgo de quedar estampillados contra un poste cuando el perro decida tomar la izquierda y nosotros la derecha o a la visconversa; o caídos como el Señor caído de Monserrate cuando al ir en patines, los perros frenen y nosotros caigamos por encima de ellos. suena divertido, pero no lo es, ni para el perro, que se asustará, ni para los humanos que no daremos un totazo. Aunque lo último es lo menos grave; finalmente, el dolor pasa y no nos traumatizaremos; pero es posible que los perros sí.

Así que si tienen alguna duda o algún problema de comportamiento (del perro o de ustedes) mejor asesórense por un buen etólogo (veterinario o no), que vaya a su casa y le enseñe como corregirlo o corregirse, y no sigan a ciegas los consejos mostrados por profesionales caninos en televisión, que si bien funcionan en el show, no sabemos cuantas tomas fueron necesarias; y si fue de primerazo; eso no implica que también va a funcionar en el caso específico y totalmente diferente que usted vive con su mascota perruna.

Mucha suerte.