martes, 9 de febrero de 2010
Cómo Educar Correctamente A Su Perro Y No Creer En Todo Lo Que Muestra La Televisión
Lo primero que debemos recordar es que para que alguien, así sea un perro, nos obedezca, debe existir una relación que tenga un vínculo afectivo. Sin dicho lazo es difícil lograr que alguien siga nuestras instrucciones.
Lo anterior se aplica a la relación padre-hijo, hermano-hermano, jefe-empleado, y también a la relación amo-perro. No es la relación jerárquica de liderazgo, o autoridad o abuso de autoridad la que hace que los demás obedezcamos a quienes, por diferentes circunstancia de la vida, nos dan ordenes, aunque a veces parezcan ser favores que nos piden. Es ese lazo afectivo, junto a una capacidad de liderazgo; expresada en la habilidad de tomar decisiones correctas, pensando en el beneficio del perro, de ambos, de la empresa, de la familia, etc.
Con base en lo anterior, podemos tener claro que lo primero que debemos hacer al comenzar una relación con nuestro nuevo perro es establecer dicho vínculo. Establecer el vínculo afectivo es realmente fácil, pero se debe tener cuidado de no cometer errores que después nos lleven a “problemas de comportamiento” en el perro – o en el dueño -. Es decir, darle afecto a un cachorro es fácil, dada la ternura que produce su pequeño tamaño corporal, su grande cara y ojos saltones; rasgos que generan ese sentimiento de ternura y afecto. Esto también ocurre con los bebés de todas las especies y con los muñecos de peluche.
Darle afecto incluye expresiones como caricias, abrazos, alzarlo en brazos, darle bocados de comida, hablarle tiernamente con esa voz que ponemos para hablarle a los bebés. Con estas expresiones podemos malcriar a nuestra mascota sin saberlo. No hay problema en brindarle caricias, pero debe ser cuando nosotros lo decidamos y no ante la petición del canino amigo, que puede solicitarlas con manoteos, gimoteos, ladridos, saltos, trompazos, etc.; si cedemos ante su petición estaremos criando un perro acostumbrado a obtener lo que quiere a como dé lugar. Finalmente será un perro caprichoso, que nos generará algunos dolores de cabeza.
Si además, él logra que le juguemos, que lo saquemos a pasear, que le demos comida (sea de perro o de humano), que lo dejemos subirse a los muebles (las camas también son muebles), que nos arrastre (sin patines) al parque, entre otras muchas cosas, está aprendiendo que él manda y que él hizo bien la tarea, ya que logró crear un buen vínculo afectivo utilizando sus poderes de generador de ternura y además logró establecer una autoridad, ya que todos los humanos con los que convive le obedecen. Y esto no está mal para ningún perro; igual habría pasado en estado natural, libres, dentro de su manada perruna; el problema es para los humanos que un día no lo soportarán más, y que terminará por alterar su estilo de vida.
Así que lo que debemos hacer es, darle afecto, pero expresado en caricias, alimento y juego cuando nosotros lo decidamos y no ante la solicitud del perro.
Otro aspecto, es lo que el perro va entendiendo a medida que convive con su familia humana. Si dejemos que se suba a los muebles, él entenderá que ese es su puesto de vigilancia de la manada; lo que le dirá que él es el líder. En estado salvaje, la posición elevada es adoptada por los alfa para cuidar de los suyos y divisar el almuerzo.
Si le damos de comer antes que nosotros, será la consecuencia apenas lógica de lo anterior. El divisó el almuerzo, se organizó la cacería y el resultado es que sus súbditos atraparon la presa (así sea el concentrado) y él como líder es quien merece comer de primero; mientras los demás esperan las sobras.
Si al cruzar las puertas, él perro va adelante, tendrá claro que como líder debe ir delante de la manada, decidiendo por donde ir y abriendo el camino. Si, además, él va liderando la marcha hasta llegar a donde él quiere; el parque, tendrá aún más claro que cumplió a cabalidad su papel de guiar la manada al sitio de esparcimiento.
De manera, que lo que debemos hacer, es lograr que el perro obtenga todo lo que necesita para su bienestar, pero tras nuestra decisión y tras obedecer algo o mostrar el comportamiento deseado. Así, para salir, debe permanecer calmado, mientras le ponemos el collar o le damos la orden de cruzar la puerta.
Si a diario hacemos esto, y lo aplicamos a cada situación que vivamos con nuestra mascota, construiremos esa relación jerárquica sin problema; pero si intentamos imponer nuestro liderazgo por la fuerza, sólo lograremos perros nerviosos o que algún día se nos rebele. No es una buena idea ponerlo patas arriba y sostenerlo en esta posición con nuestra mano, dizque para imitar la actitud de los líderes. Primero, los líderes NO SIEMPRE hacen esto; sólo en algunas situaciones específicas, segundo, esto sólo logrará que el perro aprenda que ante algunas de sus actitudes, nosotros nos volvemos locos y hacemos locuras. Tercero, nos arriesgamos a que algún día, el perro más grande y fuerte se rebele y nos ganemos un mordisco.
Lo mismo se aplica a las imitaciones de mordiscos con nuestra mano, en forma de boca canina, que se lanza cual serpiente a dar un pequeño mordisco a nuestro perro ante algo que está mal hecho (para nosotros, claro).
Y si de sacar a dar largos y agotadores paseos a nuestros perros se trata, lo mejor es caminar. Trotar también funciona, pero debemos tener en cuenta el perro que tenemos; su tamaño, contextura, raza, conformación, que tan bien respira (ver perros feos pero tiernos); y sobre todo, debemos hacer un entrenamiento paulatino, al igual que si nosotros fuéramos a correr la media maratón. Esto mismo aplica para sacarlo a montar en bicicleta (jaja), bueno, a correr al lado mientras nosotros montamos en bicicleta, y lo mismo para patinar.
Si no hacemos un entrenamiento lento, progresando poco a poco, corremos el riesgo de lesionar al perro, lesionarnos nosotros, por el exceso de esfuerzo físico sin preparación, y corremos el riesgo de quedar estampillados contra un poste cuando el perro decida tomar la izquierda y nosotros la derecha o a la visconversa; o caídos como el Señor caído de Monserrate cuando al ir en patines, los perros frenen y nosotros caigamos por encima de ellos. suena divertido, pero no lo es, ni para el perro, que se asustará, ni para los humanos que no daremos un totazo. Aunque lo último es lo menos grave; finalmente, el dolor pasa y no nos traumatizaremos; pero es posible que los perros sí.
Así que si tienen alguna duda o algún problema de comportamiento (del perro o de ustedes) mejor asesórense por un buen etólogo (veterinario o no), que vaya a su casa y le enseñe como corregirlo o corregirse, y no sigan a ciegas los consejos mostrados por profesionales caninos en televisión, que si bien funcionan en el show, no sabemos cuantas tomas fueron necesarias; y si fue de primerazo; eso no implica que también va a funcionar en el caso específico y totalmente diferente que usted vive con su mascota perruna.
Mucha suerte.
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