Cuba, Turísticamente hermosa,
históricamente fascinante, socialmente triste III
Sabiendo que podríamos quedarnos dormidos
hasta muy tarde, dejamos las cortinas un poco abiertas, para recibir la luz de
la radiante y calurosa mañana del lunes 22 de Julio en La Habana. Nos
levantamos, arreglamos y desayunamos. Tomamos el taxi de Nelson, quien por 12
cuc ($ 24.000) nos llevaría al centro de la ciudad, dejándonos cerca a la plaza
de la catedral, por donde comenzaríamos nuestro recorrido de casi 7 horas a pie
a lo largo y ancho de La Habana vieja.
Entre fotos, lugares turísticos, diferentes
edificios y las plazas que habíamos conocido el día anterior, transcurrió el
día. A media mañana vimos varios policías cubanos corriendo; luego encontramos
un tumulto de gente, los policías y patrullas de policía. Había un señor de
edad avanzada, moreno, canoso, vestido con un gorro y un peto de cartón con un
aviso que permitía saber el motivo de su protesta callejera; no tenían gas ni
comida, tenían hambre, pues no habían comido hacía 5 días. Chismoseamos unos
minutos, en los que llegaron 2 patrullas más,
y nos fuimos. Al retirarnos, aún llegaban policías corriendo. Había que
solucionar el inconveniente pronto; pues no pueden dejar que eso se vea, ni se
sepa que sí aguantan hambre, que el gobierno les da una miseria de mercado;
azúcar, arroz y sal, el estado les paga a todos, los empleadores no pueden
pagar directamente a sus empleados, no pueden comprar más de 3 lb de carne, y
tampoco tienen con qué hacerlo. El sueldo de los taxistas es de 200 a 300 cup
(pesos cubanos), equivalentes a 8 a 12 cuc ($ 16.000 a 24.000) más un bono de
20 cuc ($ 40.000), es decir, en total, el equivalente a $ 56 a 74 mil pesos
colombianos; el de un médico es de 500 cup (20 cuc: $ 40.000).
Además de lo anterior, Nelson nos
enteró, a lo largo de 4 recorridos, en los que le pagamos 70 cuc ($ 140.000) de
cómo viven los cubanos. A pesar de que el transporte en taxi o en bus es
costoso, a ellos no les queda dinero, pues deben consignar alrededor de 800 cuc
($ 1´600.000) al mes para el gobierno, de los cuales, ya sabemos cuánto
reciben. Existe variedad de colores en las placas de los carros cubanos; la
placa amarilla, es el carro privado, del cual no hay muchos; la azul es la de
los carros del estado; de los cuales hay muchísimas, la mayoría; como el de
Nelson. El estado es dueño de los carros, se los dan a los taxistas para que
los manejen, con el mantenimiento, combustible y repuestos a su cargo. No hay
entrada de carros nuevos, no hay concesionarios. Los carros existentes en la
isla, son del estado, o heredados por los actuales habitantes de sus abuelos; y
así, muchos trabajan su carro particular como taxi, pues no hay mucho más de
que vivir, que del turismo.
No existe la compra-venta de
inmuebles. Pueden trabajar en diferentes oficios, como en los cultivos de caña
de azúcar, para el estado; y luego de 2 años los anotan en una lista que les da
permiso para adquirir un carro del estado, si es que tienen con qué. No pueden
salir de la isla así como tan fácil; para esto necesitan una carta de
invitación y pagarle al estado una suma de dinero considerable; o pertenecer a
algún grupo musical reconocido y tener el permiso de salida para hacer
presentaciones en otros países.
Al recorrer La Habana vieja, nos
salimos del bulevard turístico, y caminando sus calles, en donde vive el pueblo
cubano, vimos la real pobreza, el deterioro de las casas y cuartos minúsculos
en los que viven varias personas; sus ropas viejas colgando de los balcones,
las carnicerías malolientes, atestadas de cubanos esperando a que les vendan un
mínimo trozo de carne; otros almorzando un pedazo cuadrado de pizza, de no más
de 10 x 10 cm, en las ventas callejeras por un mínimo valor. Calles sin basura,
pero con desagradable olor. Niños sin camisa jugando con cualquier objeto en
las calles y sus angostos andenes.
De regreso al bulevard, más
cubanos pidiendo una moneda para comer, intentando cambiar la moneda de 3 cup
con el Ché Guevara por 10 cuc para comprar pan; otros ofreciendo paseos en
carroza o en taxi, con la guía turística incluida; y otro tanto, invitando a
los turistas a pasar a sus tiendas o puestos improvisados de artesanías, para
que les compren cualquier cosa, pues también son empleados del estado, y
también deben consignar un monto de dinero mensual a cambio de su mísero
sueldo. A pesar de todo esto, los cubanos que ofrecen sus artículos y servicios
en la calle, son respetuosos con el turista, no son intensos, a diferencia de
nuestras cartageneras, y siempre intentan averiguar el origen de todo el que
pase por allí, en todos los idiomas en los que saben hacer la pregunta; lo cual
se torna divertido.
Así transcurrió el día, entre ir
y venir, recorrer una calle y la otra, sentirme perdido todo el tiempo, y ser
reubicado gracias a mi gps (mi esposa), y ser guiado por calles, callejones,
edificios, gente cubana y turistas. Conocimos muchas tiendas de artesanías,
llegamos al restaurante Floridita, cuyo aviso tiene la firma del escritor
Ernest Hemingway, en donde se sirve el mejor Daiquirí de Cuba; entramos y
salimos corriendo, pues su ambiente es demasiado bohemio para nuestro gusto y
para almorzar; lleno de humo de tabaco, olor a alcohol, oscurecido por gruesas
cortinas y mucha gente. Así que pasamos a un paladar (restaurante) cercano; en
donde degustamos un par de ricos platos de pescado, a un precio más módico (20
cuc los dos).
También visitamos el Museo del
Ron, en el cual nos recibieron con Guavana, que es jugo de naranja con ron
blanco Havanna Club, por 5 cuc; luego pasamos al tour guiado, en el cual
conocimos el proceso anterior y actual de cosecha de caña de azúcar, obtención
del zumo, fermentación, obtención de aguardiente, que no se saca como tal, sino
que se añeja para usarlo como base del ron. Su añejamiento determina la edad
del ron. Y terminamos en la tienda, degustando ron y conociendo el ron Máximo, con
80 años de añejamiento y 1700 cuc ($ 3´400.000).
Pasamos varias veces frente a la
Bodeguita del medio, restaurante muy conocido, en donde se degusta excelente
comida cubana, el mejor mojito de La Habana y se escucha muy buena música
cubana interpretada por diferentes grupos, todos de altísima calidad, que viven
de otro aspecto del turismo, incluyendo las propinas.
Finalmente, a las 4:45 p.m.
salimos corriendo para la galería de artesanos. Es una gran bodega, tipo
coliseo, que reúne gran cantidad de puestos de artesanías, pero el lunes estuvo
cerrada por aseo y adecuaciones. Llegamos allí a las 5 p.m., hora a la que
nuestro taxista Nelson, muy cumplidamente nos recogió para llevarnos de regreso
al hotel, para acicalarnos y comer, para, nuevamente, salir; esta vez rumbo a
la Muralla a presenciar el cañonazo de las 9; hora en la que multitud de gente,
cubanos y turistas nos reunimos para ver marchar algunos policías,
representando a los soldados españoles e ingleses, quienes finalmente
encendieron la mecha del cañón y a las 9, casi en punto, sonó el cañonazo, en
rememoración del cañonazo que en la época de la colonia sonaba a las 8 p.m.
avisándole a los habitantes que a partir de ese momento quedaba cerrada la
ciudad, protegiéndose de ataques de piratas y corsarios.
Luego de haber escuchado el
“boom” más fuerte de toda mi vida, bajamos a tomar un taxi “americano” que
resultó ser alemán, pues era un Audi del 60 con motor VW 66; el cual en pocos
minutos nos llevó a El tablado de Pancho, restaurante bar en donde se presenta
Buenavista Social Club todas las noches, excepto los miércoles, pues ese día
viajan a Varadero a presentarse allá.
Allí, por 30 cuc cada uno,
disfrutamos de un excelente show de música cubana con cantantes (y bailarines)
de 80 años, que entre todos podrían sumar alrededor de 800 años, y tomando un
par de cocteles y una pequeña picada con salami, queso y aceitunas. Fue una
magnifica velada, una vez más, transportados al pasado por el show, con
excelente sonido, ambiente y bebidas.
Al salir, Nelson, muy juicioso
estaba esperándonos con su Peugeot SW para llevarnos de regreso al hotel, a
dormir la última noche allí, antes de partir a Varadero.
Así que hasta mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario