martes, 3 de diciembre de 2013

CORRER MEDIA MARATÓN (21 Km) EN ASCENSO EN MONTAÑA, CON UNA DIFERENCIA POSITIVA DE 1.100 m, CON HIPOGLICEMIA, SÍ SE PUEDE.

CORRER MEDIA MARATÓN (21 Km) EN ASCENSO EN MONTAÑA, CON UNA DIFERENCIA POSITIVA DE 1.100 m, CON HIPOGLICEMIA, SÍ SE PUEDE.

Martes 19 de Noviembre de 2013: Realizo la inscripción a la carrera Ascenso a Chingaza.

Miércoles 20 de Noviembre de 2013: Adquiero el cinturón de hidratación y guantes DriFit (por recomendación de la organización de la carrera) para el frío del páramo.

Viernes 22 de Noviembre de 2013. 5 a.m. La energía  de mi cuerpo se va. La fuerza de mis músculos se va. Me enfermo. Qué tengo? Por qué si me levanté bien, ahora estoy Battery Low?

5 p.m. Recojo el kit de la carrera ascenso a Chingaza a correrse en 2 días, el domingo 24 de Noviembre.
Todo el día sigo así. A ratos empeora. Trabajo así. En la tarde me ataca el sueño y el cansancio. Las pocas energías van desapareciendo. Duermo.

Todo el día esperé la aparición de más síntomas para aquello del auto-diagnóstico, pero nada. Sólo falta de energía.

Sábado 23 de Diciembre de 2013: Amanezco con un poco más de energía, pero aún está baja. Me fatigo al subir escaleras. El corazón se acelera y la respiración se agita.

Inicio auto-medicación con Picolinato de Cromo. Hago el pedido de Thermogen Coffee de Omnilife. Suspendo el azúcar, los dulces y reduzco harinas.
Todo el día igual, aunque en la tarde mejoro un poco.

En la noche voy a comprar una chaqueta delgada, impermeable (aún no sé qué tanto) para llevar como rompe-vientos, también por recomendación de la organización, y aprovechando el 35% de descuento en Totto en el mes de mi cumpleaños. Finalmente no tuve que utilizarla porque no llovió durante la carrera. De camino al centro comercial me tomo la primera dosis de Thermogen Coffee.

Domingo 24 de Noviembre de 2013: Día Ch de Chingaza y de Chanda (por la poca energía). Despierto a las 5: 30 a.m., reviso los niveles de energía y están un poco mejor que ayer, pero aún no del todo bien.

Sigo pensando qué hacer. Correr o no correr? He ahí el dilema.

Tras 3 días de pensar, mi auto-diagnóstico apunta  a la hipoglicemia; pues nunca aparecieron más síntomas. Lo único es la baja de energía, leve mareo en algunos momentos y fatiga ante esfuerzos físicos.

Me alisto y voy a la carrera.

Llegó faltando unos pocos minutos para la largada. Peor! No alcanzo a estirar ni a calentar. Bueno, igual no había energía ni para calentar…

Arranco atrás del grupo, lento pero a un ritmo constante; y pronto alcanzo y sobrepaso a un corredor. ¿???. Poco creíble. Había pensado que me mantendría atrás del grupo todo el tiempo, pues supuse que por “desentrenados” o por mal estado físico que tuvieran algunos participantes no iba a ser capaz de pasarlos, dado que no había con qué.

Sin embargo así fue. Sigo mi avance lento y constante, comienzo a alcanzar a otros, uno a uno, poco a poco y los voy pasando. Mi ritmo es lento, pero no me detengo. Varios de los que alcanzo ya van caminando, calculo que vamos en el kilómetro 2 o 3.

El paisaje comienza a cambiar; pasamos de algunas casas al puro monte, potreros, montañas; cambia la vegetación. A medida que ascendemos, desde los 2650 metros, el paisaje se va transformando en el típico del páramo.

Continúo el ascenso acompañado de un grupo, que por varios kilómetros son los mismos, no se quedan, no avanzan. Me sigue pareciendo increíble que con esta falta de energía logre mantener el mismo paso de un grupo de alrededor de 10 corredores; así sean los “rangas” (caballo viejo y acabado – worn out horse. http://definicion.dictionarist.com/ranga). Vamos en nuestra micro-carrera; nos adelantamos y nos quedamos tomando turnos; es gracioso.

De alguna manera, paso a paso, los metros y los kilómetros van quedando atrás; seguimos subiendo, el paisaje sigue cambiando; el sol que nos había acompañado se va esfumando, y se siente una temperatura más baja; pero no se siente frío. Mi cuerpo, de alguna manera, desconocida para mí, ha logrado obtener la energía necesaria para mantener las piernas corriendo y mi cuerpo caliente.

Luego de más de 2 horas y media de ascenso (a este paso) por fin corono la cima del trayecto; y comienza un leve y corto descenso, desde el cual se ven los buses, carros y la gente en la meta. Como siempre se ve cerca, pero en línea recta. Tras unos pasos más, sin saber de dónde ni cómo mi cuerpo libera la energía necesaria, salgo de la última curva y de frente está la meta, la cual, finalmente, cruzo, tras 3 horas y 5 minutos de mover las piernas sin detenerme nunca.

Como lo dice el título de esta nota, sí se puede correr por 21 km en un ascenso de 1100 m, con un déficit de energía; lo que no tengo claro es la explicación. Será que por la demanda del ejercicio el cuerpo organiza sus rutas metabólicas y regula la liberación de insulina, regulando así los niveles de azúcar en sangre y al interior de las células? Sólo hubo un momento de fatiga muscular en las piernas, que intentaron detenerse, pero a partir de ahí corrió con la mente.

También puede que mi auto-diagnóstico esté equivocado, pero lo cierto, es que sea lo que sea, el nivel de energía estaba bajo.

Desde la carrera de montaña anterior (Trail running Usaquén de 14 Km), tengo un profundo agradecimiento a mi papá, quien desde mi niñez, como a los 10 años, me llevó a trotar, a acampar, a caminar, a dejar kilómetros y kilómetros atrás, paso a paso, sin rendirse nunca, cargando un morral, aplazando la comida, aguantando el hambre; aplazando el descanso, aguantando el cansancio y dando tips de supervivencia y para el buen rendimiento físico; enseñando y formando con el ejemplo. Ejemplo de templanza, resistencia y fortaleza. Y finalmente, mostrando que vale la pena, y haciendo sentir la satisfacción ante el logro alcanzado.

En Usaquén con un ascenso fuerte en la mayoría de los tramos, sólo pensaba en que, así fuera gateando, terminaría la carrera. Pensamiento que también apareció en Chingaza, y, a pesar, de mi low energy, mi cerebro me llevó a la meta.

Ahora intento hacer lo mismo; y creo que no voy por tan mal camino, pues hace unas semanas, Sara, mi hija, me entrego una carta que, entre otras cosas, me agradecía por enseñarle a ser, cada vez, más fuerte.

Por último también debo agradecer a mi escolta, carro asistencia, conducido por mi esposa, quien hizo rugir el motor de mi Samurai cerca a mi, atrás, a mi lado y adelante; siempre pendiente de cualquier cosa que pudiera necesitar, y que también fue parte de la fuerza para continuar hasta el final.

Y si ahora quieren saber cómo se trotan 30 Km!!!!!!! En el mismo estado, no dejen de leer la próxima nota.

Hasta el próximo kilómetro.




Cuba, Turísticamente hermosa, históricamente fascinante, socialmente triste III

Cuba, Turísticamente hermosa, históricamente fascinante, socialmente triste III

Sabiendo que podríamos quedarnos dormidos hasta muy tarde, dejamos las cortinas un poco abiertas, para recibir la luz de la radiante y calurosa mañana del lunes 22 de Julio en La Habana. Nos levantamos, arreglamos y desayunamos. Tomamos el taxi de Nelson, quien por 12 cuc ($ 24.000) nos llevaría al centro de la ciudad, dejándonos cerca a la plaza de la catedral, por donde comenzaríamos nuestro recorrido de casi 7 horas a pie a lo largo y ancho de La Habana vieja.

Entre fotos, lugares turísticos, diferentes edificios y las plazas que habíamos conocido el día anterior, transcurrió el día. A media mañana vimos varios policías cubanos corriendo; luego encontramos un tumulto de gente, los policías y patrullas de policía. Había un señor de edad avanzada, moreno, canoso, vestido con un gorro y un peto de cartón con un aviso que permitía saber el motivo de su protesta callejera; no tenían gas ni comida, tenían hambre, pues no habían comido hacía 5 días. Chismoseamos unos minutos, en los que llegaron 2 patrullas más,  y nos fuimos. Al retirarnos, aún llegaban policías corriendo. Había que solucionar el inconveniente pronto; pues no pueden dejar que eso se vea, ni se sepa que sí aguantan hambre, que el gobierno les da una miseria de mercado; azúcar, arroz y sal, el estado les paga a todos, los empleadores no pueden pagar directamente a sus empleados, no pueden comprar más de 3 lb de carne, y tampoco tienen con qué hacerlo. El sueldo de los taxistas es de 200 a 300 cup (pesos cubanos), equivalentes a 8 a 12 cuc ($ 16.000 a 24.000) más un bono de 20 cuc ($ 40.000), es decir, en total, el equivalente a $ 56 a 74 mil pesos colombianos; el de un médico es de 500 cup (20 cuc: $ 40.000).

Además de lo anterior, Nelson nos enteró, a lo largo de 4 recorridos, en los que le pagamos 70 cuc ($ 140.000) de cómo viven los cubanos. A pesar de que el transporte en taxi o en bus es costoso, a ellos no les queda dinero, pues deben consignar alrededor de 800 cuc ($ 1´600.000) al mes para el gobierno, de los cuales, ya sabemos cuánto reciben. Existe variedad de colores en las placas de los carros cubanos; la placa amarilla, es el carro privado, del cual no hay muchos; la azul es la de los carros del estado; de los cuales hay muchísimas, la mayoría; como el de Nelson. El estado es dueño de los carros, se los dan a los taxistas para que los manejen, con el mantenimiento, combustible y repuestos a su cargo. No hay entrada de carros nuevos, no hay concesionarios. Los carros existentes en la isla, son del estado, o heredados por los actuales habitantes de sus abuelos; y así, muchos trabajan su carro particular como taxi, pues no hay mucho más de que vivir, que del turismo.

No existe la compra-venta de inmuebles. Pueden trabajar en diferentes oficios, como en los cultivos de caña de azúcar, para el estado; y luego de 2 años los anotan en una lista que les da permiso para adquirir un carro del estado, si es que tienen con qué. No pueden salir de la isla así como tan fácil; para esto necesitan una carta de invitación y pagarle al estado una suma de dinero considerable; o pertenecer a algún grupo musical reconocido y tener el permiso de salida para hacer presentaciones en otros países.

Al recorrer La Habana vieja, nos salimos del bulevard turístico, y caminando sus calles, en donde vive el pueblo cubano, vimos la real pobreza, el deterioro de las casas y cuartos minúsculos en los que viven varias personas; sus ropas viejas colgando de los balcones, las carnicerías malolientes, atestadas de cubanos esperando a que les vendan un mínimo trozo de carne; otros almorzando un pedazo cuadrado de pizza, de no más de 10 x 10 cm, en las ventas callejeras por un mínimo valor. Calles sin basura, pero con desagradable olor. Niños sin camisa jugando con cualquier objeto en las calles y sus angostos andenes.
De regreso al bulevard, más cubanos pidiendo una moneda para comer, intentando cambiar la moneda de 3 cup con el Ché Guevara por 10 cuc para comprar pan; otros ofreciendo paseos en carroza o en taxi, con la guía turística incluida; y otro tanto, invitando a los turistas a pasar a sus tiendas o puestos improvisados de artesanías, para que les compren cualquier cosa, pues también son empleados del estado, y también deben consignar un monto de dinero mensual a cambio de su mísero sueldo. A pesar de todo esto, los cubanos que ofrecen sus artículos y servicios en la calle, son respetuosos con el turista, no son intensos, a diferencia de nuestras cartageneras, y siempre intentan averiguar el origen de todo el que pase por allí, en todos los idiomas en los que saben hacer la pregunta; lo cual se torna divertido.

Así transcurrió el día, entre ir y venir, recorrer una calle y la otra, sentirme perdido todo el tiempo, y ser reubicado gracias a mi gps (mi esposa), y ser guiado por calles, callejones, edificios, gente cubana y turistas. Conocimos muchas tiendas de artesanías, llegamos al restaurante Floridita, cuyo aviso tiene la firma del escritor Ernest Hemingway, en donde se sirve el mejor Daiquirí de Cuba; entramos y salimos corriendo, pues su ambiente es demasiado bohemio para nuestro gusto y para almorzar; lleno de humo de tabaco, olor a alcohol, oscurecido por gruesas cortinas y mucha gente. Así que pasamos a un paladar (restaurante) cercano; en donde degustamos un par de ricos platos de pescado, a un precio más módico (20 cuc los dos).
También visitamos el Museo del Ron, en el cual nos recibieron con Guavana, que es jugo de naranja con ron blanco Havanna Club, por 5 cuc; luego pasamos al tour guiado, en el cual conocimos el proceso anterior y actual de cosecha de caña de azúcar, obtención del zumo, fermentación, obtención de aguardiente, que no se saca como tal, sino que se añeja para usarlo como base del ron. Su añejamiento determina la edad del ron. Y terminamos en la tienda, degustando ron y conociendo el ron Máximo, con 80 años de añejamiento y 1700 cuc ($ 3´400.000). 
Recorrimos las 4 plazas, ventas callejeras de libros, hotel Ambos Mundos del cual ya les conté antes, llegamos a la plaza vieja, en una de sus esquinas está la cámara oscura, ubicada en lo alto de un edificio de 8 pisos, la cual consiste en un periscopio que lleva las imágenes a una pantalla circular cóncava en un cuarto oscuro; en donde una cubana alegre (de las pocas) gira el periscopio y muestra las casas, plazas, edificios emblemáticos, muralla, bahía, etc. de la Habana Vieja; intercalando en su explicación, comentarios graciosos y chistes, que hacen la presentación muy amena.

Pasamos varias veces frente a la Bodeguita del medio, restaurante muy conocido, en donde se degusta excelente comida cubana, el mejor mojito de La Habana y se escucha muy buena música cubana interpretada por diferentes grupos, todos de altísima calidad, que viven de otro aspecto del turismo, incluyendo las propinas.

Finalmente, a las 4:45 p.m. salimos corriendo para la galería de artesanos. Es una gran bodega, tipo coliseo, que reúne gran cantidad de puestos de artesanías, pero el lunes estuvo cerrada por aseo y adecuaciones. Llegamos allí a las 5 p.m., hora a la que nuestro taxista Nelson, muy cumplidamente nos recogió para llevarnos de regreso al hotel, para acicalarnos y comer, para, nuevamente, salir; esta vez rumbo a la Muralla a presenciar el cañonazo de las 9; hora en la que multitud de gente, cubanos y turistas nos reunimos para ver marchar algunos policías, representando a los soldados españoles e ingleses, quienes finalmente encendieron la mecha del cañón y a las 9, casi en punto, sonó el cañonazo, en rememoración del cañonazo que en la época de la colonia sonaba a las 8 p.m. avisándole a los habitantes que a partir de ese momento quedaba cerrada la ciudad, protegiéndose de ataques de piratas y corsarios.

Luego de haber escuchado el “boom” más fuerte de toda mi vida, bajamos a tomar un taxi “americano” que resultó ser alemán, pues era un Audi del 60 con motor VW 66; el cual en pocos minutos nos llevó a El tablado de Pancho, restaurante bar en donde se presenta Buenavista Social Club todas las noches, excepto los miércoles, pues ese día viajan a Varadero a presentarse allá.

Allí, por 30 cuc cada uno, disfrutamos de un excelente show de música cubana con cantantes (y bailarines) de 80 años, que entre todos podrían sumar alrededor de 800 años, y tomando un par de cocteles y una pequeña picada con salami, queso y aceitunas. Fue una magnifica velada, una vez más, transportados al pasado por el show, con excelente sonido, ambiente y bebidas.

Al salir, Nelson, muy juicioso estaba esperándonos con su Peugeot SW para llevarnos de regreso al hotel, a dormir la última noche allí, antes de partir a Varadero.

Así que hasta mañana.




Cuba, Turísticamente hermosa, históricamente fascinante, socialmente triste II

Ahora que recupero la memoria, puedo decirles que la noche anterior hubo una interesante tormenta en el mar; en La Habana tuvimos una nublada, pero aún caliente noche. Recuerdan las cervezas? Las tomábamos mientras disfrutábamos del espectáculo de los rayos cruzando e iluminando el cielo, Los truenos retumbaban bastante fuerte, y contábamos el tiempo entre el relámpago y el trueno, y así sabíamos cuando estaba cerca a la isla y cuando se alejaba.

También les cuento, que al final de la tarde de ayer, fuimos a conocer la playa, para encontrarnos con una rocosa playa, que parecía un paisaje lunar. La Habana no tiene playas bonitas con arena, sólo roca; pero, a pesar de esto, vimos a cubanos y europeos bañarse en las aguas del mar atlántico; eso sí, debían entrar con algún tipo de calzado, pues la roca tiene puntiagudas salientes que lastimarían cualquier pie por grueso que fuera el callo.

El segundo día comenzó al despertar tras un reparador y largo sueño al lado de la mujer de mi vida; y ver una mañana bastante oscura, como que amanecía más tarde o tal vez continuaba la tormenta. Al mirar el reloj, las 8 a.m.; - qué dormilones! -. Y al correr las cortinas todo lo que creíamos desapareció al entrar la luz de un sol radiante. Teníamos un cielo totalmente despejado, bastante sol y una elevada temperatura; pero las gruesas y oscuras cortinas y el aire acondicionado no nos lo dejaban saber. Ante las evidencias anteriores, saltamos de la cama a alistarnos y desayunar, pues a las 10 a.m. nos recogería el bus en el que haríamos el city tour.

Si recuerdan, el día anterior habíamos descubierto poca comida en los estantes del mercado, unos excelentes sandwiches cubanos y unas muy buenas cervezas cubanas. Entre la cena de la primera noche y el primer desayuno encontraríamos variedad de carnes, huevos, frutas, panes y cereales; y comenzaríamos a descubrir las diferencias con nuestros alimentos. Frutas sin tanto color, y más bien insípidas; panes con sabor a masa cruda; carnes igualmente descoloridas e insípidas. Como la sal lo arregla todo, descubriríamos que es sal marina, de granos muy gruesos y que no sabe igual. Con razón importan sal colombiana! También descubriríamos que el mango, al contrario de los otros alimentos sí tiene sabor y color. El jugo de mango no es amarillo, sino un tanto café y su sabor igual; sabe a mango muy maduro, rayando en lo fermentado. Mi comida me permitió probar el plátano seco, harinoso y la papa insípida; y el desayuno me dio la posibilidad de probar la variedad de panes y algunos bizcochos. El único con sabor era una dona, puesto que estaba recubierta de azúcar, chocolate y frutas cristalizadas. Pobres cubanos; tras de todo lo mal que están por el régimen y la revolución, la tierra no les da alimentos llenos de color y sabor como los colombianos. Pero para compensar, sus habitantes le ponen mucho sabor a todos los espacios y momentos con su música cubana; fácil de encontrar en el lobby del hotel, el restaurante, la terraza, la piscina, las calles, los restaurantes,  etc., interpretando diferentes ritmos, canciones y con diversidad de instrumentos (guitarra, bongoe, conga, caja, flauta traversa, organeta, bajo, maracas, acordeón, etc) siempre amenizando todas las comidas y ratos de esparcimiento; siempre preguntando de mesa en mesa: “any song you prefer?”.

Muy a las 10 a.m. llego el bus por nosotros y nuestros compatriotas Luis y Claudia. En un recorrido de 4 horas vimos a través de los cristales del bus, La Habana; visitamos algunos lugares y caminamos el centro de La Habana Vieja; además escuchamos la explicación dada por una excelente guía, en español y portugués, dada la compañía de turistas brasileros. Era un señora, profesora de universidad, graduada en idiomas que además de los básicos (español, inglés, portugués, tal vez francés, también hablaba zuahili, pues el gobierno la había enviado a África a estudiar y trabajar como traductora oficial. Como todos los cubanos que no emigraron, debió regresar a trabajar en la isla como guía turística; una de las mejores).

Recorrimos la avenida de la bahía, el malecón, los túneles – uno de ellos construido por una firma de ingenieros franceses, por debajo del mar, cruzando la bahía, conectando la ciudad central con la zona turística de la fortaleza (alias muralla), el malecón, varias casas típicas de la época en la que Cuba era próspera; llena de casas grandes, de arquitectura republicana, con grandes puertas y ventanas y colores propios de las zonas costeras caribeñas, embajadas, el edificio réplica del capitolio estadounidense de Washington e iglesias.  

Recorrimos la  fortaleza, cruzando el túnel aspillerado, corredor angosto con ventanas con forma trapezoidal para poder ver hacia afuera sin ser visto, y pared arqueada, de manera que nuestro cerebro se veía engañado y caminábamos inclinados, pretendiendo compensar la inexistente inclinación del piso. Encontramos los cañones y sus balas, con las que defendían la ciudad de ataques de piratas y corsarios. Sabrán la diferencia, no? Pues yo no la sabía. Me la enseñó mi querida esposa, que tampoco lo sabía, pero que nuestros maravillosos guías cartageneros lo explican allá en su fortín (tampoco es castillo). Los piratas eran independientes y robaban para ellos, mientras que los corsarios robaban con el aval y para la corona de algún país.

En la plaza de la revolución, “tiramos unas buenas fotos” (en cubano) con los carros americanos y rusos que quedaron de la buena época de Cuba, con los cocotaxis (moto-taxis con un pequeño habitáculo en forma de coco, para 3 personas), frente a la torre de la revolución, punto más alto de Cuba, con 100 m y con mirador a toda La Habana en su piso superior, la biblioteca nacional, el monumento a Camilo Cienfuegos y al Ché Guevara.

Caminamos el centro de la ciudad, pasando por el Hotel Ambos Mundos, en el cual por largo tiempo vivió Ernest Hemingway; escribiendo varias de sus novelas; la plaza vieja, la plaza mayor, la plaza de la catedral. En la última se encuentra la catedral, la única del mundo que no cumple el requisito de tener ambas torres de iguales dimensiones, pues construyeron una del tamaño planeado, y ante la falta de dinero de Franciscanos y Dominicos, finalmente fue terminada por los jesuitas, pero quedando con la segunda torre más angosta que la primera. Recorrimos un par de iglesias; la de San Francisco de Asis, hoy museo, y la de Santa Clara, cerrada. En la catedral hay misa a las 6 p.m. los domingos. Esto muestra la poca religiosidad de los cubanos; lo cual se debe a que el gobierno había prohibido la religión, y por tanto, el catolicismo. Luego, tras la visita de Juan Pablo II, y, posteriormente, Benedicto XVI se han ido retomando las costumbres y tradiciones de las diferentes religiones que se profesan en la isla. Además vimos gran cantidad de tiendas de artesanías cubanas que recorreríamos con más calma - de afán - al día siguiente.
  
De regreso, hacia las 2:30 p.m., nos quedamos en un excelente restaurante, el Miramar, en un segundo piso, con balcón con vista al mar, y piscina; en donde degustaríamos una muy buena cocina cubana, en la preparación de dados de pargo y filete del mismo pescado, acompañados de la “guarnición” (arroz moros y cristianos y mojo (plátanos fritos)), un refrescante jugo de guayaba y un mojito, obviamente con ron Havanna club blanco.

Para bajar el almuercito caminamos hora y media de allí al hotel, un breve descanso, baño, cambio de ropa, hacer la reserva para ver a Buenavista Social Club la noche siguiente, a comer y salir corriendo a tomar un taxi Volga con la varilla del clutch rota, que por 7 cuc ($ 14.000) nos dejó a las 9:45 p.m. en el  Hotel Nacional, para ver al Cabaret Parisiene, divertido show de baile internacional, principalmente cubano, con clase de baile incluida, concurso y certificado al mejor bailador de la noche que recibimos tras hacer el oso en la tarima junto con una pareja de mujeres españolas y una brasilera, frente a una buena cantidad de ojos que nos observaban.
Luego de haber gozado, habernos divertido con el show, las clases y el concurso, y haber disfrutado un par de refrescantes cervezas cubanas, salimos a tomar el taxi Peugeot 306 SW conducido por Nelson, que nos acompañaría en los demás recorridos hasta que dejáramos La Habana, quien por 10 cuc nos llevó de regreso al hotel y, después de acordar como hora de recogida las 10 a.m. del día siguiente, a dormir.


Hasta mañana. 

jueves, 1 de agosto de 2013

Cuba, Turísticamente hermosa, históricamente fascinante, socialmente triste


Con un morral de 8 Kg, una maleta de 10 Kg, un morral de 20 L y un bolso, partimos, mi esposa (Diana) y yo, el sábado 20 de Julio de 2013, rumbo al aeropuerto El Dorado, muy a las 6 a.m. Tras hacer el check-in, y ya ligeros de equipaje, desayunamos y abordamos el avión, que en 3 horas y pico nos llevaría a La Habana, Cuba.

Luego de dormir película, comenzamos el descenso ante el espléndido mar, literal, agua marina, y el borde de la isla; acercándonos a tierras verdes y finalmente a una ciudad de tamaño medio, estuvimos pronto abrazados por el calor de 32° C de La Habana, bajo el rayo de sol que hacía brillar la pintura de carros modelo 50, 60 y máximo 80. Vehículos de marca Chevrolet, Oldsmobile, Plymouth, Lada, Volga y Ford.

Después de cruzar la ciudad con una rápida explicación por parte de la guía, llegamos al Hotel Comodoro, que, por cierto, recomendamos a ojo cerrado, dada su arquitectura, buena atención, piscina y excelente restaurantes, siempre con shows musicales típicos de la música cubana con todas las complacencias del caso.

En la retina quedaban retenidas imágenes de monumentos, edificios, carros antiguos, gente en las calles, que luego visitaríamos con toda la calma… en medio del afán. Descargamos el equipaje y salimos a buscar algo para comer; en el mercado al que entramos encontramos Sal Refisal y Waffers Italo, muy colombianas. De resto, no había mucho, estantes más bien vacíos, y no mucho de donde escoger. Compramos galletas españolas y un par de gaseosas marca Ciego Montero, única empresa del estado (como todas) productora de agua embotellada y gaseosa. Luego descubriríamos la Coca Cola, pero con un sabor más dulce y sin tanto gas como la nuestra. Ante la sorpresa, leeríamos: Hecho por Coca Cola México. Los mexicanos han modificado la fórmula que creíamos universal y eso no sabe igual.

De regreso al hotel, “apareció”, en una esquina, una caseta amarilla, con los letreros de Maggi y de Sandwich; en donde, por curiosidad, pedimos 2 sandwichs, y pregunté “cuánto es?”, ante lo que me respondieron; “uno” (1 cuc; es la divisa creada para los turistas; que corresponde a casi 2000 pesos colombianos. Ellos tienen su propia moneda que es el cup (peso cubano)); ante lo cual alisté 2 cuc, pero me dijeron; “no, 1 cuc los 2 sandwichs”. Realmente es lo único barato allá; y es el verdadero y legítimo sándwich cubano, muy, muy, pero muy bueno, y, muy diferente al que comemos acá. Y no podía ser diferente, no sólo por estar allá, sino porque es preparado por un par de negritas cubanas, con el equipo de sonido a todo volumen, bailando al son de música caribeña, cortando pan, y poniendo los sandwichs en una plancha (prensa) caliente.

En la noche, a plena luz del día, pues el sol se esconde a las 8:11 p.m. (cronometrado por 3 noches seguidas), degustamos un par de deliciosas cervezas cubanas, la Bucanero, y la Cristal. La primera es una cerveza con 6% de volumen de alcohol, similar a la Club Colombia; la segunda es de 4,5% Vol, parecida a la Aguila Light. Ambas de muy buen sabor, cuerpo y aroma … lo de cuerpo me lo inventé, ni siquiera sé si ese término es válido para cervezas; en todo caso muy ricas.

Luego, de vuelta al hotel, a canalear por los 5 canales y a dormir, pues al día siguiente debíamos estar listos, bañados y emperifollados  para el city tour.

Hasta mañana.


miércoles, 20 de febrero de 2013

Primera Carrera de Aventura


Domingo 7 de Junio de 2009.
5:00 a.m. Suena el despertador, me pongo la “pinta” de aventura, así sin bañarme porque para volver aún más sucio…
Un rápido desayuno de “Cor-fleis” (Todo cereal puede ser cor-fleis) y morrales, cascos y bicicletas al carro. Creo que no falta nada.
6:05 a.m. Llego a la Av. Boyacá con calle 53, frente a Olimpica. Recojo a mi co-equipero (Diego) y a nuestra asistencia (Papá).
7:05: Llegamos al Nuevo centro deportivo de Faca, Cundinamarca. Entramos y registramos nuestra inscripción. Debemos comprar un kit escolar que dejaremos en una escuela durante el recorrido. Es una buena idea, ya que es una ayuda para los niños de esas veredas y nuestros carros, bicicletas, implementos y demás pasaron por los $ 3.000 hace mucho.
Nos entregan el mapa y los números de carrera, 03.
Nos ponemos en la tarea de marcar los puestos de control (PC) en nuestro mapa. Hay unos mapas modelo pegados en las columnas para esto.
Una vez listo, sobre nuestra mesa de trabajo (el capó del carro) fijamos el recorrido, señalamos rumbos, y … se nos olvidó el papel contact. De vuelta en la mesa de registro, lo compré y forramos el mapa y el recorrido a seguir. Aquí aprendimos que Diego no debe forrar esas cosas. No sabe usar el contact. Por favor, alguien que lo ponga a forrar libros hasta que aprenda.
Ahora sí, con el mapa protegido contra agua, barro, y demás; comenzamos a alistar el equipo que llevaríamos y las bicicletas.
Luego, a la línea de salida. Justo a tiempo. A las 8:40 comenzaron las indicaciones y finalmente a las 9:00 a.m. partimos rumbo a PC1, un puesto sobre la línea férrea. Gran montonera de bicicletas, 3 cuadras, cruzamos la carretera, otras 3 cuadras, línea férrea, no cabemos todos, finalmente, pasamos y nos ubicamos en la fila de corredores. De brinco en brinco sobre las traviesas fuimos avanzando. Pronto debimos frenar fuerte, la fila se detuvo y un corredor delante nuestro estaba entre un caño; había perdido el equilibrio en la bicicleta por lo inclinado y angosto del paso y había caído como una plasta entre el caño, pero estaba bien… bien mojado y apenado…
Pronto continuamos tan solo para volver a detenernos ante la caída del siguiente corredor; éste no a un caño, sólo pastico. Seguimos avanzando y nuestra desconocida pesadilla se aproximaba; una zona de ramas y palos en el suelo. Y de pronto, traca, traca, matraca, una rama estaba enredada en la rueda trasera de la bicicleta de Diego. Nos detuvimos y pensamos en sacar la rama y seguir, pero al observar la rueda, vimos un trágico cuadro; el tensor roto en 2 partes… Y ahora qué? Sin tensor, sin cambios, sin poder pedalear, sin una bicicleta… nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo.
Tomé la decisión de avanzar trotando y empujando las bicicletas; recorrimos un buen tramo y Diego tuvo la idea de quitar el tensor, romper la cadena, acortarla y volverla a unir, de manera que pudiéramos seguir así fuera con un solo cambio. Nos detuvimos y nos pusimos a desarmar y re-armar. Si ya habíamos perdido tiempo trotando, aquí sí que perdimos todo el tiempo del mundo; ya habían pasado todos los equipos y no se veía sino a una persona unos metros adelante. Parecía ser el PC1. Ya con la cadena lista, seguimos y la cadena se acomodó en un piñón más grande, así que la cadena quedó tan tensionada que sabíamos que pronto se rompería si no lo solucionábamos. Llegamos así a PC1 y nos enteramos que faltaban 2 equipos por pasar; bueno, no éramos los últimos.
Pero… y la cadena… Diego decidió soltar la llanta trasera para aflojar la cadena, reacomodarla y volver a apretar la llanta. Funcionó, seguimos montados aunque la velocidad no era mucha, pues no se podía usar ninguna otra combinación de cambio. Iríamos toda la carrera en 2 – 2.
Al final del tramo de vía férrea, tomamos una carretera destapada a la izquierda y comenzó el ascenso. Se pedaleó hasta donde se pudo, pero la pendiente requería un cambio de mayor potencia; así que los tamos más pendientes se hicieron a pie. Después de ascender entre las nubes que habían bajado sobre nosotros para cobijarnos con su frío, llegamos a la cima y comenzó el descenso; de nuevo podíamos montar y llevar una buena velocidad. Por el camino encontramos a otro equipo deshinchando... bien, íbamos alcanzando a algunos de los últimos. Pronto llegamos a PC2, nueva revisión del mapa y seguimos descendiendo.
Luego nos detuvimos a revisar nuevamente ya que no encontrábamos el desvío hacia PC3. Y nos fuimos de exploradores solitarios esperando no ser vistos por ningún juez. Diego de vuelta hacía arriba a pie, y yo hacía abajo. Nada. Media vuelta hacía arriba hasta encontrarnos nuevamente. Nueva revisión del mapa y ¿?????? Ni idea. Les cuento que mi bicicleta cuenta con un moderno odómetro Cateye Velo 5 que funciona a las mil maravillas siempre que no se lo necesita; por lo tanto había dejado de marcar (velocidad, distancia) hacía un rato. Así que basados en la ausencia de huellas de bicicleta decidimos seguir devolviéndonos hasta que vimos algo…, era como una loma-potrero con piedras, pasto, tierra, árboles y a un “man” bajando con la bicicleta al hombro. “Será por aquí???” Y aunque la pregunta era entre nosotros, el “man” (creo que era un fantasma porque que diablos hacía alguien “normal” por esa trocha con la bicicleta al hombro????) respondió: “sí, es por ahí. Allá arriba hay más gente”. Pues ni idea, pero hágale. Como era un terreno con tierra húmeda, fácilmente vimos las huellas de pisadas y llantas de bicicleta de otros corredores.
Pues suba y suba y suba… hasta el infinito y más allá, por un camino de sub-herradura; por entre un bosque. La bicicleta avanzaba empujada con cierto esfuerzo por algunas zonas, pero en otras avanzaba sobre nuestros hombros, ya que por el terreno, piedras y escalones era imposible empujarla. Tras algunos minutos de recorrido vi a otro equipo adelante nuestro; los alcanzamos, nos dieron paso y los fuimos dejando atrás. Finalmente, otra cima coronada, comenzó el plano y pronto el descenso; nuevamente sobre las bicicletas bajamos a  lo que el terreno lo permitía. Curvas, piedras, tierra, saltos, carros por el lado izquierdo de ellos, que era el derecho nuestro (mejor dicho, de frente), derrapadas y overoles naranja de la defensa civil. Llegamos a un cruce y tras un corto ascenso, estaba PC3, la escuela donde debíamos dejar el kit escolar y las bicicletas para hacer un tramo en trekking.
Una bajada al trote, un giro, otro cruce y nuevamente ascenso. Caminamos a lo que nos daban las piernas; y nuevamente subimos y subimos y subimos. Aquí encontramos varios equipos ya de vuelta de PC4; nos acercábamos a algunos de ellos. Después de un rato por fin nos acercábamos a PC4, la voz de nuestra asistencia (recuerdan que era mi papá?); luego un corto pero fuerte ascenso más y PC4. El juez allí anotó la hora en la credencial y por primera vez fuimos conscientes de ella. La una de la tarde. Llevábamos 4 horas dándole y nos faltaban 6 PCs más. Una vez más, baje y baje y baje al trote. De vuelta en la escuela que también era PC5, otra vez estábamos sobre las bicicletas rumbo al PC6 (Unidad deportiva de donde habíamos salido). Un descenso rápido y un plano lento a lo que daba el cambio 2- 2 nos llevaron allí. Dejamos las bicicletas, recogimos los neumáticos de camión, la bomba de inflar y al trote hacía PC7, un punto dentro del pueblo.
Ahora llovía (Diego aprendió que nunca se debe dejar la chaqueta impermeable) y nosotros caminábamos por el centro de Faca. Cuando finalizó el conteo de cuadras según el mapa, estábamos en la entrada del parque Las piedras del tunjo. Allí era. Entramos, a la derecha, ascendimos por una piedra resbalosa por la lluvia y llegamos a PC7; prueba: Tirolesa. Alcanzamos a otro equipo. Ya a punto de ponernos los arneses detuvieron la prueba porque nuevamente diluviaba. Aprovechamos para comer alguito. Luego, escampó, arneses puestos, amarrado a las cuerdas y avance. Aquí fui consciente de lo que pesa un neumático de camión que iba en mi morral mientras yo colgaba boca-arriba de la cuerda. Hale que hale con las manos llegué al otro lado. Mi asistencia gritó “gírese a la izquierda”. Así lo hice y quede de frente a la piedra. Me sostuve con manos y pies como pude, me abracé a una saliente de la roca y recuperé fuerzas. Un pie arriba, impulso, halé con los brazos y de alguna manera subí la roca. Diego arrancó la tirolesa mientras yo descendía de esa piedra por una cuera con nudos. Eso más que descender se debe llamar resbalar.
De nuevo, suba la piedra resbalosa, entregue arneses, recoja el pasaporte y siga. Ya abajo me disponía a sacar el mapa para revisar la dirección y ubicación de PC8, pero nuestra asistencia nos dijo: “por acá hay un atajo y llegan al lago para la siguiente prueba”. Así que lo tomamos, llegamos al lago y cuando nos disponíamos a inflar los neumáticos oí una voz: “les falta una firma”. Cómo así?  Sí, les falta rappel. Pues ahora sí saqué el mapa y ubique PC8. Aquí aprendimos a siempre revisar el mapa antes de continuar, así sea para corroborar la dirección dada por quienes no acompañan. Y caminamos, y caminamos, y caminamos en ese parque buscando PC8. Casi no, pero finalmente, lo encontramos. Ascendimos a la roca, arneses listos, descendimos, el 8 muy caliente, y de nuevo hacia el lago.
Ahora sí en el lago (PC9), a inflar neumáticos con bomba y … 10 minutos más tarde, al agua sobre el neumático, chapuceando como podíamos avanzábamos hacia el otro lado. Una vez allá, caminamos entre lodo, tomamos la pinza perforadora e intentamos perforar el número de carrera. Casi no se logra, no sé si porque así de dura era la pinza, el material o ya quedaban pocas energías. Con una perforación con forma de osito en los números de carrera, emprendimos el regreso. Ya habíamos descubierto una zona en la que se alcanzaba a tocar al fondo con los dedos, así que impulsándonos de piedras, palos, llantas, etc. y chapuceando un poco llegamos de vuelta. Ahora hacíamos la parte de la prueba más fácil y cómoda de toda la carrera; echados sobre los neumáticos, los desinflábamos para presentarlos al juez y recibir el pasaporte para seguir hasta la meta.
Y ya un poco agotados caminamos-trotamos-comimos-hidratamos hasta la meta en la unidad deportiva.
Habían sido alrededor de 6 horas de carrera, un daño mecánico, un par de perdidas, dos aguaceros, mucho Gatorade, algunas galletas y chocolatinas, muchos pedalazos, pasos caminando y trotando, un nadadito de perro, muchos aprendizajes, experiencias, cansancio acumulado y una gran aventura.
Mientras llegaba la hora de cierre de meta y la premiación, al calorcito del carro comimos sanduches de jamón y queso, ensalada de verduras con atún, con la hoja de la navaja a falta de cuchara. Otro poco de Gatorade y por fin llegó la premiación.
Queda agradecer a todos los que colaboraron con la causa. A Goyes Motor Design por las camisetas (ahora negras); a nuestra asistencia por la compañía, el ánimo, los chalecos, la comida y toda la ayuda; a Diego por aventurarse en estas locuras conmigo, por las buenas ideas ante la avería, las perdidas y el frío, por el ánimo y esfuerzo permanente a pesar del desfallecimiento en la cima entre PC2 y 3 con la bicicleta al hombro, por los neumáticos y la bomba. A todos los fotógrafos y camarógrafos (son la misma asistencia) que cubrieron el evento.
Entrenaremos duro, pondremos un mejor tensor, llevaremos otro de repuesto (porque lo que se lleva de repuesto nunca se necesita como el neumático de bicicleta que teníamos), tendremos mejor odómetro o dos, sabremos navegar mejor (no sólo sobre neumático), revisaremos el mapa entre cada PC, esperamos llevar más kits escolares.  
Alejandro Rodriguez

martes, 5 de abril de 2011

NO CUMPLEN AÑOS Y VUELAN AVIONES


Uno tras otro salen los voluntarios techeros del Portal Tunal de Transmilenio en Bogotá. Desde las 8: 30 a.m. se ve el desfile de blue jeans y camisetas blancas con mensajes alusivos a la labor realizada por la Fundación Un Techo Para Mi Pais. El grupo va creciendo e invadiendo las escaleras y la plazoleta en el sitio de encuentro. Se saludan fraternalmente, le dan la bienvenida a los nuevos, se organizan los grupos según los barrios a los que se dirige cada uno, se dan las indicaciones pertinentes y se montan a los buses de transporte público que los llevarán a realizar las diferentes labores.

Yo subo al bus cuyo letrero dice “Alpes”. Tras 20 minutos de charla, recocha y Happy Bithdays para los voluntarios cumpleañeros de la semana, llegamos al paradero de buses, donde descendemos y entramos a la cafetería y panadería La Bumanguesa a comer croissants de queso, bocadillo o arequipe, gudiz y gaseosa o Pony Malta por una módica suma de 2000 o 2500 pesos. Mientras se degusta las medias nueves, se organizan los últimos detalles y los voluntarios que trabajan en el barrio El Recuerdo de Ciudad Bolivar comienzan a caminar, para, después de 10 minutos llegar al TET (Techo para la educación y el trabajo). Es una construcción de madera, como todas las de la fundación, más amplia que las viviendas de emergencia, con un único espacio, algunas mesas y sillas.

En el TET se reúnen, para organizar lo necesario para la jornada y comienzan las labores. Los voluntarios de construcción por un lado, los de jurídica por otro, los de asignación y detección abordan a la gente y los de educación convocamos y reunimos a los niños frente al TET o al lado de la cancha de fútbol en tierra que tiene el barrio.

La anterior escena se repite domingo tras domingo. A las 5, 6, 7 a.m. comienzan a sonar los despertadores de los voluntarios que se dirigen a cumplir con su compromiso con la educación de los niños, la vivienda de las familias y la solución de diversos problemas de las comunidades que viven en extrema pobreza. No importa el sueño, el cansancio de la semana, el guayabo o si la tiene viva; con cachuchas, gafas oscuras y bloqueador solar los voluntarios van apareciendo.

La jornada se centra en tomar datos de los niños del barrio y hacer un diagnóstico de lectura, escritura y operaciones matemáticas básicas. Ante la pregunta “cuándo naciste” o “cuál es tu fecha de nacimiento” el 98% responden “no sé” y miran como diciendo “debería saberlo, cierto?”. Su cumpleaños no es recordado, no es una fecha importante ni significativa para nadie. Al preguntarle a sus padres, la misma respuesta se escucha de algunos; “no me acuerdo, espere le preguntó a la mamá” o “yo ya tengo tantos hijos, que ya ni me acuerdo”. Es una labor más, tal vez un deber más de los voluntarios celebrar estas fechas cada domingo. Hacer una actividad especial, pequeña, sencilla, pero que, al igual, que a gran parte de la población, les sea reconocido y celebrado el haber vivido un año más, el crecer, el madurar, el haberle dado una vuelta más al sol a bordo de La Tierra.

La segunda actividad es hacer unos dibujos y construir unos aviones de papel; trabajando las habilidades motrices. La línea de producción arroja aviones de diferentes tamaños, y diseños. Gracias a las nociones de la leyes de la aerodinámica que se aprenden en un barrio como El Recuerdo, donde el viento sopla con fuerza en todo momento, los aviones surcan los cielos; sus pilotos en tierra, corren para ubicarse mejor a favor o en contra del viento, para atrapar sus aviones antes del inminente choque y para corregir diferentes aspectos de su diseño y lanzarlos al cielo de nuevo.

Diferentes jornadas trabajan variados aspectos académicos, cognitivos y formativos de los niños cuya infancia no ha sido igual a la que vivimos los que podemos estar leyendo este blog; ellos no tienen un jardín en la casa – no tienen casa, sino cambuche -, no tienen un parque en el barrio para ir a jugar cogidos de la mano de sus papás; pues, tampoco tienen barrio; son unos extraños en tierras ajenas. Sus tierras fueron tomadas por otros, más extraños aún, en nombre de la lucha social de uno u otro lado; todos con excusas para quedarse con tierras y animales, todos con una excusa – la misma de hecho – para disparar un fusil contra alguien con el mismo camuflado pero diferente bandera. La mano del papá o de la mamá que los lleva al parque tampoco existe, pues, primero, no hay parque, es un peladero de tierra con dos porterías de fútbol en los extremos, y segundo, esas manos están buscando (de cualquier manera) el sustento para sus familias, y regresarán hasta la noche, incluso los domingos.

Es una infancia sin juguetes, o con juguetes un poco diferentes a los nuestros, pues les falta una pata para poder caminar, una cadena para poder pedalear, una llanta para poder rodar, aire para poder rebotar, etc., son juguetes incompletos, rotos, usados, deteriorados.

Es una infancia sin televisión (tal vez sea mejor!) o con mucha televisión desmedida sin control adulto de lo que ven; una infancia con experiencias de violencia en su tierra natal, la misma violencia que los hizo huir a un cinturón de miseria alrededor de la capital; una infancia con violencia intrafamiliar; una infancia sin educación acorde a la edad; una infancia sin alimentos en cantidad y calidad adecuada; una infancia, que escasamente puede llamarse infancia por la edad de los niños, pero el resto de las características no existen.

Actividades de lenguaje, de matemáticas, de manualidades, y juegos, intentan generar las habilidades no desarrolladas aún, o fortalecer las existentes; llenar vacíos dejados por el ausentismo escolar, y poner en evidencia falencias de aprendizaje, académicas, del sistema educativo colombiano, de un aspecto que es un derecho de todos, pero lo convertimos en un privilegio de algunos. Actividades que ponen de manifiesto sus experiencias de vida, y que se expresan mediante algunos dibujos que plasman armas, disparos, familias incompletas y escudos de equipos de fútbol (el deporte que más violencia genera en el mundo, lo digo yo).

Los voluntarios hacen su mejor esfuerzo por lograr sus metas, por mejorar el aspecto escolar, académico, cognitivo, social formativo de los niños que su voluntariado puso en sus manos; hacen su mejor esfuerzo por lograr un impacto positivo en los niños cuyas experiencias de vida no son, precisamente, envidiables.

En medio de una de las actividades aparece un llamado para revisar y atender a un bebé de aproximadamente 6 meses que no para de llorar y cuyo cuerpo está morado (asfixia?), no, no es asfixia, el cuerpo completo no está morado; son moretones en espalda, brazos y piernas (de golpes?). Es fácil hacer la revisión, pues no tiene ropa, estaba envuelto en una toalla. Y los hermanos? Ahí están bajo el cuidado de la hermana mayor… de 10 años de edad. Y la ropa del bebé? Está “toda” sucia, y “toda” no es mucha. Lo poco que hay limpio no está tan limpio y le queda pequeño. Y el tetero? No tiene. Y la comida de la casa? No hay. Y la pregunta: “Hace cuánto no comen?” Desde ayer. Ayer fue sábado; hoy es domingo, 1 p.m. Eso son como 16 – 18 horas sin comer.

De las maletas de los voluntarios salen galletas y yogurt; de la tienda cercana sale pan y leche para todos. De la casa de una vecina sale ropa de bebé. Una vez abrigado, y sin hambre, vuelve a sonreírle a la vida. Por cuánto tiempo? Y los papás dónde están?

Se ensaña el destino con la misma familia? Fue su error? Fue un error tener tantos hijos en este mundo? En el campo colombiano? Estar en el lugar equivocado cuando pasaron los hombres, definitivamente, equivocados?

Los voluntarios regresan a sus vidas. Comen, duermen, descansan, estudian, trabajan, se encuentran, hacen planes, van a cine, ven “Los colores de la montaña”. Ni que mandada a hacer. Y después de la película, un café (a pesar de utilizar y contaminar 36 galones de agua por taza de café), y la nueva noticia del barrio; la misma familia tiene a su hijo mayor, de 14 años desaparecido. Salió del barrio en Enero con un hombre de la comunidad, con el permiso de sus papás para viajar a Boyacá por una semana, y nunca volvió. El tal hombre apagó su celular hace mucho y no han podido contactarlo, ni saben de su hijo. Ponen el denuncio, pero qué puede hacer la policía ante tantas denuncias de desapariciones y sin tener un buen sistema para rastreo de personas? Ojalá encuentren a su hijo, pero sabemos cual es el más probable final de la historia.

Seguiremos viviendo en nuestra realidad, ya no tan ajenos a la otra realidad que nos rodea a diario, pero que no vemos, o no queremos ver; de la cual huimos, tal vez por miedo de llegar a ser uno de ellos en las vueltas de la vida, tal vez porque estamos muy cómodos para incomodarnos sin ninguna necesidad individual y egoísta.

Pero a pesar de todo, cientos de voluntarios se seguirán levantando domingos, sábados y hasta entre semana para hacer algo por esas comunidades, por que tengan una vida más digna, por un acceso al estudio, a oficios, por que tengan la posibilidad de comenzar un pequeño negocio que les dé el sustento diario y por que tengan una casa cuyo piso no sea en tierra, cuyas “paredes” no sean lonas, plásticos, tablas, latas y por cuyo techo no entre el agua cada que llueve y no se levante y vuele con cada ventarrón.

Hasta el próximo domingo.

miércoles, 19 de enero de 2011

Un Techo Para Mi País (UTPMP).



“Ver la satisfacción de las personas”

“Quiero pasar de las palabras a los hechos”

“Es injusto que estemos en nuestra casa sin hacer nada por estas personas”

“Por el azar del destino les tocó algo que a nosotros no”

Estas fueron algunas de las frases que se escucharon en la charla dada por los voluntarios de formación y voluntariado de la fundación sin ánimo de lucro “Un techo para mi país” el pasado jueves 13 de Enero de 2011. Fueron frases dichas por los asistentes al preguntárseles por la motivación para asistir a la charla y para querer ingresar a engrosar las filas de voluntarios de la fundación que se dedica a conseguir los recursos, materiales y construir casa de emergencia a familias que viven bajo un cambuche hecho de palos y plástico.

Se denominan viviendas de emergencia ya que el objetivo no es que se queden viviendo ahí por siempre, sino que mejoren sus condiciones de vida y con la ayuda de las otras áreas de la fundación, como la de habilitación social, continúen mejorando su calidad de vida y puedan acceder a una casa más grande y cómoda, dado que estas tienen tan solo 18 metros cuadrados. Son pequeñas pero seguras y brindan protección contra el frío, la lluvia y el sol. Según estudios realizados por la Universidad de Berkeley, la calidad de vida de las personas que reciben una de las casas construidas por UTPMP mejora en 300%. Otros estudios realizados por algunas ONGs muestran una importante disminución en la incidencia de enfermedades respiratorias en niños que pasan de dormir a la intemperie o bajo los plásticos y cartones del cambuche a vivir en una de las casas.

Lo mejor de todo es que no se les regala la casa, ellos deben pagar el 10% de la misma, que es alrededor de 300 mil pesos; lo cual hace que sientan la casa más suya y no como un regalo pasajero, hace que le metan el hombro (y todo el cuerpo) a la construcción, ayudando al lado de los voluntarios. Los resultados reafirman la frase insignia de UTPMP: “Latinoamérica no necesita caridad, necesita justicia”. Y creo que es cierto; hemos visto las campañas de los gobiernos para no dar limosna monetaria a los niños, para evitar que los papás los pongan a pedir plata en vez de estar estudiando y disfrutando su niñez. Es cierto, no debemos hacerlo. Ese dinero lo toman los adultos, suponemos que para cubrir los gastos de la familia, pero sabemos que también se gasta en cigarrillo, alcohol y, a veces, hasta droga; y no se cubren las necesidades básicas de los niños que permanecen horas bajo el sol o la lluvia pidiendo plata en las calles.

Si, en cambio, deben conseguir 300 mil pesos, que no es tan fácil para la mayoría de dichas familias, se evita generar la cultura de “somos pobres, debemos recibir regalado todo de los que tienen más”. Ahora, lo anterior puede darse; pero siempre será mejor enseñarles a pescar que darles los pescados; así, cuando la fundación terminé su trabajo y ellos deban seguir solos, pueden hacerlo. Así no les tocará esperar a que otra fundación o alguien más aparezca a regalarles algo que supla otra de sus necesidades.

Yo asistí a la charla pensando que encontraría “cinco gatos más”, pero estaba muy equivocado. Al llegar, la charla ya había comenzado, y el salón estaba tan lleno que el grupo que entró conmigo tuvo que ubicarse de pie, en la parte de atrás del salón sin poder escuchar muy bien lo que decían los voluntarios conferencistas. Al cabo de unos minutos, otro voluntario interrumpió la charla para invitar a los que quisieran a una nueva charla no programada que se abriría en el salón de al lado; a la cual asistí finalmente, ya que me había perdido la primera parte de la otra.

Además de los interesados asistentes a las charlas, había una importante cantidad de personas por toda la casa sede de la fundación, ubicada en el barrio Teusaquillo en la ciudad de Bogotá. Algunos charlaban, parecían tomando un descanso, pero la mayoría realizaban diferentes labores. Algunos se reunían para planear las diferentes intervenciones que hace la fundación en los barrios en los que vive gente en situación de pobreza o extrema pobreza.

Este último grupo se define por el tener que vivir con menos de un dólar al día. En Colombia existen 22 millones de personas (46,8%) en situación de pobreza; y 4,8 millones (10%) en extrema pobreza (los que viven con menos de 2 mil pesos al día). Se imaginan? Se imaginan ustedes, queridos lectores (como escriben los periodistas, columnistas y bloggeros famosos), tener que vivir con menos de 2000 pesos al día?. Difícil! Verdad? Algunos pensarán que más que difícil, es imposible. Si hacemos unas rápidas cuentas; al salir de la casa y tomar un bus son 1400 pesos, y si no gastamos más en todo el día sino eso y el bus de vuelta, ya son 2800 pesos al día; ya pasamos del dólar diario. Y a lo anterior falta sumarle el desayuno (así lo tomemos en casa), el almuerzo, el “algo” de los paisas, y la comida, mas los antojos callejeros, gas, gasolina, servicios, mantenimiento de la bicicleta, burro o cualquier otro medio de transporte que tengamos e infinidad de cosas más en las que gastamos a diario. Cómo hacen para vivir con menos de 2000 pesos al día???? Si ni siquiera entiendo cómo vive toda una familia de 3, 4 o más personas con el mínimo, que son casi 18 mil pesos al día; cubriendo alimentación, vestido, arriendo, transporte, entre otras cosas.

“Es injusto que estemos en nuestra casa sin hacer nada por estas personas”.

Es la frase que más me pone a pensar. Creo que es cierto. Es injusto, pero muchos de nosotros no tenemos responsabilidad en dicha injusticia. Podríamos decir que “la vida es injusta” o que lo fue con ellos. Algunos tienen en sus manos hacer algunos cambios para comenzar a modificar esa realidad desde las leyes, el gobierno, los presupuestos estatales, y desde el manejo de diferentes entidades que influyen directamente en la distribución del capital y en el manejo de recursos para, por ejemplo, educación, la cual al ser un derecho debería estar garantizada para toda la población, independiente de su clase social. Y otros más sí tienen responsabilidad directa al desviar los recursos destinados para estas poblaciones o al engañarlos “vendiéndoles” lotes que no son de su propiedad y de los cuales, luego, son expulsados.

Sin embargo, si creemos que sí es injusto, o si, simplemente queremos hacer algo por cambiar la situación (“Quiero pasar de las palabras a los hechos”) esta fundación es una buena oportunidad para hacerlo. Es una fundación que está en 19 países de Latinoamérica, con patrocinio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con miles de voluntarios (más de 7500 en Colombia) que han pasado por sus filas, y una gran oportunidad para la ayuda, para disminuir la injusticia, para la habilitación social; y sobretodo para dar de todo eso que tenemos como dinero, tiempo, conocimientos, capacidades, trabajo, etc.

No es sólo ir y construirles una casa, sino es que ellos la construyan con uno; y además es enseñarles sobre salud, sobre sus derechos, sobre procedimientos legales, sobre prevención sexual, y muchos otros temas de interés y utilidad para esa población que no ha tenido el mismo acceso a la educación y al conocimiento como nosotros. Además es capacitarlos en diferentes oficios que podrían hacer para “ganarse la vida”. También es ayudarles a generar ideas y proyectos para los cuales se les hacen pequeños préstamos (no regalos), que deben pagar en un lapso de tiempo determinado.

En conclusión, es darles unas herramientas para la vida, para que labren su futuro.

Es injusto? Debemos hacer algo? Podemos hacer algo? Qué puede hacer cada uno de nosotros?

A qué vinimos al mundo? Cuál es nuestra misión? Vinimos a vivir sin más ni más, sin mayor propósito? Será el propósito ayudar a tener un mundo mejor? Venimos a vivir como autómatas y que nuestro hijos repitan la historia?

Si se están preguntando qué tienen que ver estas preguntas con el tema del blog, debo decirles que no tengo ni idea; simplemente surgieron en mis dedos escritores mientras escribía el final del blog. En fin. Espero que pensemos al respecto.