lunes, 12 de octubre de 2009

CICLOPASEOS WELCOME


Welcome es una marca de una tienda de distribución de bicicletas y partes para las mismas. Antes de existir Welcome, la tienda nació bajo el nombre de Todoterreno en Manizales, en el año 1991. Luego se convierte en Todoterreno S.A. y se forma el Grupo Welcome que compra el almacén MBS (Mountain Bike Shop) y el almacén Trocha y Cross, ambos en Bogotá.

Hoy están ubicados en 14 departamentos de Colombia y han organizado varios ciclopaseos para el público y, obviamente, para sus clientes.

El primer ciclopaseo Welcome al que asistí fue en el 2008, en Faca, Cundinamarca. Dentro de la inscripción pagué el valor de la camiseta oficial del evento; lo cual vale la pena ya que uno queda con una camiseta de buen diseño y calidad, apropiada para la práctica del ciclomontañismo, y por un bajo costo. La salida fue de la Escuela de carabineros en Faca. A la entrada se encontraban las personas de la organización, quienes verificaban la inscripción y entregaban la camiseta. Luego, se entraba hasta una zona verde, en donde se hacía el alistamiento de la bici, el equipo a llevar y la hidratación. Luego de una espera más larga de los presupuestado (siempre pasa) realizamos el calentamiento dirigido y arrancamos; como es común en ascenso por una vía de la escuela; pronto estábamos bajando por entre un bosque de pinos, esquivando árboles y saltando raíces e intentando no resbalar por el acumulo de hojas de los pinos de agujas húmedos aún por el rocío. Al salir del bosque, nos esperaba un escalón de cemento que tuvimos que saltar, para tomar una curva en “u” cerrada a la izquierda, que nos llevó a atravesar la población de Faca y tomar una vía destapada que nos subió a las montañas que rodean el pueblo. Como es costumbre fue un ascenso prolongado y fuerte, en el que sube la temperatura corporal, se suda más y comienza a impregnarse la piel de granos de sal que también salen como parte de la composición del sudor.

Tras gran cantidad de pedalazos, por fin se llega a la cima y se comienza el descenso de regreso a la escuela. Desde la salida del pueblo, el grupo se dispersó, dividiéndose, como siempre, en 3 grupos; el puntero, el del medio y los coleros. Gracias a Dios, a mi bici, al entrenamiento suelo mantenerme en el del medio; aunque en el último logré mantenerme en la cola del grupo de punta. Fue un recorrido realizado en un poco más de 2 horas, en una distancia de 33 Km. Tiempo que debe ser mejorado si quiero tener una participación decente en el evento “Cordillera 2010”, en el que se recorren alrededor de 150 Km en 3 días.

La llegada fue por la misma vía interna de la escuela por la que salimos, pero en sentido contrario; es decir en bajada. Allí, se desmonta, se hidrata, se estira, se descansa y se alista el regreso; para almorzar en alguno de los restaurantes por el camino.

El siguiente ciclopaseo Welcome fue el 6 de Septiembre de 2009, en Tena, Cundinamarca. Para salir se toma la calle 13, luego se toma la carretera a La Mesa y unos kilómetros antes se desvía hacia la izquierda, entrando por una carretera más angosta con algunos huecos y cortos tramos en destapado, descendiendo bastante, hasta llegar al pueblo. Es un pueblo pequeño en el que fácilmente se ubica la plaza, punto del cuál partiría el recorrido.

La organización entregó, como la vez pasada, la camiseta oficial “specialized” del evento, y brindó un desayunito con fruta (mango, papaya y banano), y caldo con huevo, que yo no tomé porque lo consideré un poco pesado para comenzar a hacer ejercicio, pero que fue altamente apetecido por otros ciclomontañistas. Como es habitual hubo un tiempo largo para alistar todo, comer, llenar los termos con el líquido hidratante y salir.

La salida fue controlada, lo que me pareció bueno, para evitar la dispersión del grupo desde el inicio y la pérdida de algunos por el afán. La salida del grupo élite (en el que me aventuré a estar) fue dirigida por Edward Rusi, reconocido ciclomontañista colombiano, quien nos llevó a un paso lento por una empinada carretera, pero esta vez en descenso. La velocidad fue un poco lenta, lo que dificultaba tomar los cortos ascensos que aparecían por el camino; a lo que se sumaba la dificultad de maniobrar la bicicleta en el tumulto de participantes.

Luego de comer tierra algunos kilómetros, se abrió el recorrido y comenzó un fuerte ascenso, que como siempre dispersó el grupo. Tras duros ascensos, el grupo se reunió nuevamente frente al carro de la organización que nos esperaba con el frente hacía nosotros (lo cuál era extraño), tan solo para enterarse que ese no era el camino correcto. Se suponía que Rusi lo conocía perfectamente, pero no fue así. De manera que giramos 180 grados y comenzamos a descender lo que acabábamos de subir. Como la pendiente era bastante pronunciada, pues el descenso era fuerte y se alcanzaba gran velocidad.

Recuerdan la cintas de cemento que existen en algunos tramos de las carreteras destapadas para que las llantas de los carros vayan sobre ellas y no patinen en caso de que el terreno esté mojado? Pues en este trayecto se combinaba el destapado con tramos encintados. Al llegar al primero de ellos, pensé en tomar la cinta de la derecha, pero había un fila de ciclistas bajando por allí y no tenía espacio; entonces pensé e tomar la de la izquierda, pero oí que venía otro participante cerca de mi por la izquierda apunto de pasarme; así que tomé el centro lleno de pasto y piedras. En pocos segundos, efectivamente, el de la izquierda tomó esa cinta y me pasó. Ya con la cinta derecha libre subí a ella, momento en el cual el de la izquierda pasó al centro y luego intentó subir a la de la derecha, pero no logró. La llanta de la bicicleta no subió sino que se enredó con el borde, de manera que el ciclista voló por encima de la bicicleta y por delante de mí. Yo comencé a frenar y la bici a resbalar hacia las piernas del recién caído. Cuando pensé que pisarle las piernas era inminente, al igual que mi caída; las piernas fueron arrastradas por la inercia del cuerpo del “cayente” hacía la cuneta en la que, finalmente, se detuvo con la camisa rota. Pero ahora tenía frente a mí el poste del sillín de la bici caída en combate y volví a pensar que pasar por encima o saltar era una opción, y que la otra era caerme. Claro que ambas podían darse juntas.

Justo ante de hacer contacto, mi bici hizo el tan conocido “endo” (parada en la llanta delantera) y se detuvo. En ese momento llegaron varios más y ante la afirmación del caído de que se encontraba bien, continuamos descendiendo, para salir a la siguiente curva al final de las cintas y encontrar al siguiente caído, que también perdió el control de la bici al salir de las cintas y tomar la curva (bueno, no alcanzó a tomarla; creo que la curva lo tomó a el). Seguimos y el primer caído nos adelantó a todos, creo que por orgullo y pena, para que no lo viéramos por ahí con su camisa rota y lleno de tierra.

Luego de tomar la ruta correcta, volvimos al consabido ascenso, más sol, calor, sudor, sal sobre la piel, gatorade caliente (las abuelas (y Adriana) dicen que la sopa caliente quita la sed) y luego nos detuvimos a reunir un poco al grupo. Ocupamos la poca sombra que había. Allí el carro recogió una bicicleta pequeña y a su dueño, un niño de alrededor de 7 años, quien había hecho el recorrido hasta ese punto al lado de su papá. ¿Cómo lo logran?

Continuamos el ascenso hasta el punto más alto del recorrido, desde donde se veía el cañón y se podían tomar buenas fotos. Unos kilómetros más de ascenso y el carro de la organización nos esperaba, nuevamente, con el frente hacia nosotros; pero esta vez no era para indicar que habíamos tomado el camino equivocado, sino que tenía alrededor de 5 vasos plásticos desechables sobre la defensa llenos de un líquido negro y gaseoso. La botella sobre la carretera indicaba que era coca-cola y sí. “Una coca-colita?” ofrecían los organizadores que se encontraban allí.

“Pero la coca-cola es mala, eso no hidrata, por el contrario tiene cafeína y deshidrata (aunque esto lo desvirtúan algunos estudios sorbe el efecto diurético de la cafeína), además tiene gas que infla el estómago; y así quien pedalea” pensé. Pero inmediatamente, me dije: “tal vez esté fría, a diferencia del gatorade del termo”, y la recibí. Tenía razón, fría. En ese momento llegó otro ciclista y dijo “coca-cola?, pero eso es malo”; a lo cual le respondieron: “No, al contrario, si la coca-cola es de los mejores rehidratantes”. ¿???? Ni idea. Hasta hoy, a pesar de haber buscado, no he encontrado información científica al respecto. El caso es que ese vaso de coca-cola no me deshidrató más que el sol y el calor; no me infló y sí me refrescó bastante. Fue un gran aliciente para continuar tan duro como pudiera y pronto estar escuchando la música y la locución de los organizadores en la plaza del parque. Pronto estuve entrando a éste, para enfrentarme a la última pendiente en ascenso por una de las empinadas calles.

Ya con la bici colgada en el portabicicletas del carro, cambiado y algo descansado; la organización entregó el almuerzo (pasta con pollo), y tras comerlo fui a un restaurante a completar el almuerzo y a tomar bastante gatorade; pero este recién sacado de la nevera de la tienda. Para la próxima lo congelaré la noche anterior, para que dure un poco más de tiempo frío. Espero no tener que aguantar sed porque no se haya derretido cuando lo necesite.

Y, una vez más, de regreso, a comer por la carretera, pero ahora postre.

Estos ciclopaseos son altamente recomendados para los amantes del ciclomontañismo. Nos vemos en el próximo, que espero sea el ciclopaseo Trek en Noviembre. Noviembre??? Eso es ya. Bueno, me voy a entrenar. Chao.

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