"NO HAY PADRES PERFECTOS".
Es el título de un libro de Bruno Bettelheim.
Es verdad, no los hay. Pero qué hacer y cómo hacer para ser lo más cercano a unos padres perfectos? O por lo menos intentarlo y no fracasar?
No es una tarea fácil; pero en la que se deben comprometer los padres una vez deciden o asumen serlo. No puede ser que traigan hijos a este mundo para dejarlos a su suerte y no guiar una educación con la que se comprometieron tácitamente una vez tienen hijos.
Tampoco pueden dejarle toda la educación a los colegios, ya que estos (según el colegio) forman en lo académico, en lo humano, en lo artístico, etc. Educan en uno o algunos de esos aspectos, pero la formación integral se logra con lo recibido y aprendido en casa.
Y es cierto, la educación es compartida entre los padres y el colegio. Pero ser compartida NO significa hacerles las tareas, no significa alcahuetearles y taparles su falta de responsabilidad y cumplimiento en la entrega de sus deberes. Implica estar ahí disponible, dando la ayuda necesaria para que se formen como personas íntegras, responsables, "hard-working", comprometidas con su futuro, su vida, su país o con lo que quieran, pero comprometidos. Significa apoyar, escuchar, opinar, orientar, ayudar, aconsejar. No significa asumir las responsabilidades que son de ellos, no significa mentir por ellos y tapar las "embarradas" que ellos cometen. Significa verlas, descubrirlas, saberlas, manejarlas, analizarlas, entenderlas y ayudar a superarlas para que no vuelvan a pasar; o vayan acabándose con el tiempo y la educación.
Existen edades propias para cada aprendizaje o capacidades y habilidades que se van desarrollando (su potencial) en cada edad. Habilidades motoras, lingüísticas, sociales, etc que se deben potenciar en cada etapa de la vida que les corresponde a los padres formar. Desde que el niño/a nace hasta su juventud es responsabilidad de los padres formar con la educación impartida y con el ejemplo. Luego, serán adultos autónomos y podrán asumir los retos de la vida, esperemos, que de la mejor manera.
Pero, para lograr lo anterior debemos dejarlos ser, debemos darles las oportunidades y debemos exigirles el cumplimiento de ciertas cosas. Cada edad trae sus capacidades y su oportunidad para desarrollarlas; pero pocos las desarrollan por sí mismos. La mayoría necesitan la guía de los adultos, de sus padres.
Si queremos formar trabajadores responsables y comprometidos con sí mismos, con sus familias, amigos, compañeros, trabajo, país, etc debemos formarlo desde pequeños. Debemos formarlo desde los deberes y responsabilidades en casa. Debemos enseñarles a asumir su vida de una forma íntegra. Debemos enseñarles y pedirles y exigirles que se hagan cargo de su cuarto, de su cama, de sus deberes escolares (no es dejarlos solos, es que lo asumen y si necesitan ayuda, la pidan), de su mascota, de su ropa, etc. Todo esto en la medida en la que lo puedan hacer.
A pesar de no existir cursos ni manuales para saber cuándo y cómo hacerlo; todos pasamos por esas etapas y todos tenemos la capacidad para conocer y ver a diario qué pueden o no hacer. Y es responsabilidad de los padres aprovechar el momento preciso.
Es cómo aprender a leer, o a escribir, o a montar bicicleta o a manejar carro. Para todo hay una edad ideal que está dada por el desarrollo cerebral. Qué tal no los matricularamos en el colegio a la edad que debe ser y como consecuencia de esto comenzaran a aprender a leer y escribir a los 12 años? Lo vemos en la sociedad. Personas que por su situación socio-económica no tienen la posibilidad de ingresar a la escuela a la edad adecuada, aprenden estas habilidades a una edad mayor. La consecuencia? Letra fea, ilegible, temblorosa, trazos lentos y mala ortografía. No hay diferencia con la lectura; lento, siguiendola con el dedo, equivocándose frecuentemente en la pronunciación o entonación. Nunca será igual.
Entonces por qué no les damos el espacio, la enseñanza y las herramientas para que sean personas íntegras, listas para asumir una sociedad cambiante y, algunas, con necesidad de personas bien preparadas (no solo académicamente) para transformarla de la manera en que Dios, el destino, sus decisiones ... se los permitan. Acaso, para eso no es que se tienen hijos? Bueno, al menos una de las razones. Acaso no es para que sean "la prolongación de nuestra existencia"? Entonces no queremos que sean una mejor "prolongación" que lo que fuimos nosotros?
Si es así, por qué algunos padres siguen recogiéndoles el reguero, teniéndoles la cama, pagando para que les hagan las tareas y otras cosillas que, según la edad, ya están en capacidad de hacer? Sí tienen sus capacidades intactas; es decir, que no tengan discapacidades de ningún tipo, y tienen, por tanto, manos, pies, etc funcionando perfectamente, tienen la posibilidad de hacer esas tareas y muchas más. No sólo es por el orden y la ayuda en casa; es por su formación personal y por sus hábitos (que sólo se adquieren en el hacer).
Y volviendo al colegio, deberían ser los estudiantes los que se sienten frente a los profesores para recibir la información de su desempeño, y no sólo los padres. Hay padres que ceden ante la petición de los hijos de quedarse durmiendo y viendo televisión en casa, mientras ellos van a recibir los informes/notas de sus hijos. Son los hijos los que están estudiando en el colegio, no los papás. Y. aunque los papás deben seguir este proceso; lo que los profesores tienen para decir, les es más útil a los estudiantes que lo reciben directamente, que a los que lo reciben de segunda mano por medio del teléfono roto de sus papás.
Si no están enfermos o en una competencia deportiva, por qué no van a escuchar una parte importante de su formación? Será que los mismos papás los deján en casa descansando, mientras ellos van a sacarles los ojos a los profesores porque su hijo perdió. Su hijo perdó, no el profesor!
Finalmente, el ejemplo es precisamente eso, ejemplo. Y es lo que los hijos seguirán. Claro que existen los que ven lo malo en el actuar de sus papás y deciden hacer lo contrario; pero algunos también siguen este ejemplo.
Por lo tanto, debemos revisar nuestro actuar. Somos de los que entramos dejendo zapatos, medias y calzoncillos desde la puerta de la casa hasta el cuarto y ahí quedan hasta que la empleada los recoja? Entonces cómo pretendemos que nuestro hijos no sean iguales. Y así es en todo. Si somos de los atarbanes que cerramos e insultamos al que paso un poco cerca de nuestro carro, cómo queremos que nuestros hijos no sean así en ese y otros ámbitos.
Espero que esta reflexión le sirva a quienes la lean o sus papás, o a sus amigos, o a quienes se lo cuenten. Tal vez así logremos mejores ciudadanos y menos dolores de cabeza y peleas para los profesores que a diario trabajan por formar los hijos que algunos "deforman" en casa.
Gracias papá por haberme exigido tender la cama; gracias mamá por haberme hecho asumir el querer retirarme de los scouts.